domingo, 16 de diciembre de 2012

LLERENA EN 1812

      
    Como ya relatamos en la edición anterior de esta revista (Llerena en 1811), tras la batalla de la Albuera (16/05/1811) el mariscal Soult, general jefe de los ejércitos franceses del Mediodía, se aposentó en Llerena entre el 23 y el 31 de mayo (1), fecha en la que retornó al cuartel general de Sevilla. Dejaba al mando del 5º cuerpo de su ejército al conde Erlon, con la finalidad de defender y controlar la parte más meridional de Extremadura, como así lo hizo durante el resto de 1811. Especialmente le encargó conservar la posición de Llerena y Guadalcanal, manteniendo así libre la comunicación de la plaza de Badajoz con Sevilla y Córdoba, objetivos que consiguió, pues durante el otoño de 1811 los aliados cedieron gran parte de la Extremadura meridional, esquilmada región que quedó nuevamente expuesta a los abusos de los invasores. Y en esta situación de precariedad, los franceses reclamaban del vecindario de Llerena y su comarca continuos requerimientos de víveres, provocando situaciones de verdadera hambruna, que de ello se recogieron numerosas muestras en las actas capitulares de Guadalcanal:
…el estado del pueblo es totalmente ruinoso por los continuos destrozos y requerimientos de avituallamiento de las tropas francesas en su prolongada estancia y continuo transito (...) han quedado los vecinos extremadamente pobres,  que andan por las calles cadavéricos y falleciendo muchos a impulsos del hambre…

Justificaban tal precariedad:
… por los destrozos perjuicios y exacciones que han hecho, llegando a tanto grado que en último de abril y principios de mayo próximo pasado, segaron casi todas las mieses de trigo, cebada y demás para forraje para los caballos de sus divisiones, de modo que en el invierno próximo anterior llegó a valer en esta población la fanega de trigo 480 reales (2) …

En efecto, durante el otoño de 1811 el ejército anglo-portugués (3) repostó y descansó en Portugal, esperando nuevos refuerzos. Y en esta situación se alcanzó 1812, con los aliados en número de 90.000 efectivos resguardados y descansando con el respaldo y ayuda de la guerrilla. Enfrente, el ejército invasor no llegaba a 60.000 soldados muy fatigado, mal vestido y nutrido, y con un amplio frente que defender (4).
 Wellington conocía esta situación, por lo que a finales de diciembre de 1811 entendió que era el momento de reanudar la contienda. Así, ya el primero de enero de 1812 uno de sus lugartenientes, el general Hill, se presentó por sorpresa en Mérida con un poderoso ejército, circunstancia que determinó el prudente repliegue hacia el sur de Erlon, que desde los alrededores de Badajoz retrocedió a Zafra, después a Llerena y a continuación a la Serena, a medida que se acentuaba la presión aliada. De esta manera evitaba cualquier enfrentamiento con las tropas de Hill, que ya el día 4 de enero ocupaban Zafra, Bienvenida, Fuente de Cantos y Monesterio, frenando su impulso a cuenta del mal tiempo que se presentó (5). En realidad se trataba de una maniobra de distracción aliada, que perseguía evitar el agrupamiento de las tropas de Soult y Marmont (comandante en jefe de las tropas francesas en Portugal y Castilla la Vieja) mientras Wellington se posicionaba sitiando la plaza de Ciudad Rodrigo. Por ello, cuando el 21 de enero se tomó esta ciudad, Hill retrocedió a posiciones más próximas al Guadiana, dejando nuevamente a Llerena y a los pueblos de la campiña sur badajocense en manos gabachas (6). 
El siguiente gran objetivo aliado en Extremadura fue la toma de Badajoz, como primer paso para expulsar al enemigo de su actual provincia y avanzar en dirección a Sevilla, pues ya conocían que una buena parte de los efectivos franceses del ejército de Mediodía había sido requerida por Napoleón para el frente ruso.
En efecto, el 17 Marzo comenzó el asedio aliado a la plaza de Badajoz, operación que Wellington simultaneó mandando al general Grahan a su campiña para frenar e incomodar a Erlon. Éste, ante la presión de Grahan se vio forzado a abandonar Llerena y refugiarse en Fuenteovejuna, esperando apoyo desde Sevilla para ir en defensa de la capital pacense (7). Tal como tenían previsto los aliados, el 4 de Abril ya llegó Soult a Llerena, donde concentró un ejército de 16.000 infantes y 4.000 soldados de caballería. Con este contingente se encaminó a Badajoz, aunque llegó tarde a su defensa, pues la ciudad se rindió la madrugada del día siete (8). Tras este traspié gabacho, Soult retrocedió hacia Llerena, ciudad que abandonó marchando con precipitación en defensa de Sevilla, pues, tanto desde la parte de la sierras de Cádiz como desde el condado onubense, la ciudad hispalense sufría puntuales y atrevidos acosos por parte de la guerrilla del ejército regular del general Ballesteros y de la caballería del Conde Penne-Villemour.
Como solía hacer, Soult dejó nuevamente al 5º cuerpo de su ejército en Llerena, con la misión de contener a los aliados o, en caso contrario, replegarse en dirección a Sevilla o Córdoba, según aconsejaran las circunstancias. Así, ya el 12 de abril tuvo lugar una importante refriega en un paraje entre Usagre y Llerena, con resultado favorable para los aliados, circunstancia muy celebrada y difundida, que obligó a los franceses a evacuar Llerena, unos en dirección a Guadalcanal y otros hacia Fuenteovejuna (9)
Sin embargo, a pesar de estas últimas acciones favorables, los aliados cedieron nuevamente la zona sur de Extremadura, concentrando sus ejércitos en torno a Salamanca para defender de Marmont la posición de Ciudad Rodrigo. Por ello, Wellington ordenó y explicó al Conde Penne-Villemur que debía abandonar su posición en el condado onubense (10) y acudir nuevamente a Extremadura para sujetar y hostigar a los franceses, mientras que el grueso de los ejércitos aliados se centraban en controlar a Marmont por tierras de Castilla la Vieja. Esta circunstancia fue muy criticada por los generales españoles, quienes entendían que debió aprovecharse la derrota francesa en Badajoz para expulsarlos totalmente de Extremadura. Buena prueba de ello es la carta que el general Moscoso remitió al ministro interino de la guerra:
La retirada de los ingleses del País de Barros en Extremadura, por la aproximación de los enemigos en número de 10.000 infantes, 2.400 caballos y 12 piezas de artillería, según se confirma, da más pronta y clara idea de la poca esperanza que debe quedar a esta provincia de asegurar su recolección, la que los enemigos se apresuran a recoger y transporta, haciendo trabajar 22 horas en la siega… (11)

Sigue Moscoso en su crítica, indicando que, mientras acontecía lo descrito, el general Hill no se decidió a atacar al enemigo, pese a disponer de una tropa muy superior a la de los franceses en Extremadura (12). Desconocía Moscoso la estrategia e intenciones de Wellington, que por aquellas fechas pretendía tomar Salamanca y posicionarse y adquirir ventaja en Portugal y Castilla la Vieja. Y ésta fue la circunstancia por la que a primero de mayo Hill abandonó la zona de Badajoz con la específica misión de volar el puente de barcas de Almaraz, objetivo que consiguió el 17 de dicho mes.  De esta manera se dificultaba el posible contacto entre Soult y Marmont (éste tenía su cuartel general en Salamanca), pues los aliados estaban preparando la batalla que definitivamente consolidase su posición en Portugal y Castilla la Vieja. Adelantándonos a los acontecimientos bélicos, nos referimos a la que finalmente se dio en los Arapiles (Salamanca), el 22 de Julio, fecha y hecho bélico que inclinó la balanza de la guerra peninsular en favor de los aliados.
Tras la voladura del puente de Almaraz, ya a últimos de mayo Hill estaba otra vez en la campiña badajocense con los efectivos suficientes para contener a Soult por su flanco derecho, pues se suponía que, antes los movimientos de Wellington por Castilla la Vieja, el mariscal francés se sentiría obligado a acudir en apoyo de Marmont (13). Además, como ya se ha dicho, contaba el general inglés con el inestimable apoyo de la caballería de vanguardia del conde Penne (14) y con las tropas españolas al mando del brigadier Morillo, apoyos que le permitieron retomar la ciudad de Llerena momentáneamente, abandonándola días después tras otra envestida francesa desde Fuenteovejuna (15).
En lo que más nos ocupa, las circunstancias que rodearon a los llerenenses y vecinos de los pueblos de su entorno, sabemos que el 8 de junio, según el informe que el marqués de Monsalud remitió a Cádiz, Erlon tenía su cuartel general en Fuenteovejuna, controlando con la caballería la zona de la Serena y Llerena. En cuanto a los aliados,  indicaba que el cuartel general del Hill se localizaba en Almendralejo, cubriendo con la caballería a Badajoz, Mérida y Guareña (16).
Como era previsible tras los movimientos de Wellington en Portugal y Castilla la Vieja, sobre el 11 de Junio otra vez volvió Soult a Llerena, acompañado de un poderoso ejército que pretendía aproximarse a Badajoz y Salamanca. Esta circunstancia obligó a Hill a replegar sus tropas hacia la Albuera, quemando tras sí las cosechas que pudo del granero que representaba la tierra de Barros (17), evitando la posibilidad de que las mieses cayesen en manos enemigas. Sin embargo, el mariscal francés, previendo un fuerte desgaste en su enfrentamiento con Hill y acuciado por otros problemas que tenía en Andalucía, decidió retornar a Sevilla, circunstancia aprovechada por la vanguardia de Hill (la caballería de vanguardia al mando de Penne-Villemur y las tropas de Morillo) para reubicarse en el entorno de Llerena.
Por lo tanto, a mediados de Junio la contienda en Extremadura se centraba en el control de Llerena y su zona de influencia, como, en general, ya venía ocurriendo desde la toma de Badajoz a primeros de abril; es decir, la ciudad de Llerena fue centro de atención de uno y otro bando, que indistintamente la ocupaban o abandonaban en función de las circunstancias bélicas. Así, según un informe redactado el 18 de junio en Fregenal, la vanguardia aliada ocupaba a duras penas la ciudad de Llerena, cediendo esta posición ante determinadas ofensivas de la vanguardia francesa de Erlon. Textualmente:
Las tropas del señor conde Penne y Morillo, que estaban abarradas en Bienvenida y Llerena, retrocedieron a Fuente de Cantos y Calzadilla, donde recibieron órdenes de e inmediatamente volvieron a ocupar sus anteriores posiciones de los referidos Llerena y Bienvenida. En Aquel Llerena) entraron enemigos en solicitud de raciones, y ocuopan Azuaga y Constantina.
El cuartel general de los ingleses en Zafra y sus tropas no caben en los pueblos de los Barros.
Desde ayer está alborotado ente pueblo (Fregenal) con la noticia de que el conde Penne se había retirado a Fuente de Cantos desde Llerena y Morillo a Zafra, donde está el cuartel general inglés, estuvieron antesdeayer 9.000 aliados con sus armas. Todo esto con motivo de haberse avistado en Llerena y reunido allí 15.000 franceses (…)
En estos momentos de las doce del día ha llegado una partida de tropa que dicen haberse retirado los ingleses a la albuhera, porque tienen 15.000 franceses…(18)

A primeros de Julio, el general Hill incrementó su presión sobre Extremadura, arrinconando en pocos días a los franceses en la zona de la Serena y Fuenteovejuna. Gómez Villafranca (19) nos proporciona determinados documentos a través de los cuales observamos cómo nuevamente el conde Penne-Villemour, al frente de la caballería de la vanguardia del 5º ejército aliado que comandaba el general Hill, avanzaba otra vez sin apenas resistencia por la Ruta de la Plata y sus proximidades, barriendo literalmente de enemigos la zona. Así, tras una peligrosa y confusa situación en la que se vio envuelta su caballería  el primero de Julio en Santa Marta (20), el día 2 liberó esta villa, el 3 Almendralejo y Azeuchal,  el 4 los Santos, el 5 Bienvenida y Usagre (21), descansando el 7 en estas últimas posiciones. Entre los días 8 y 9 avanzó hacia Villagarcía, Llerena, Guadalcanal y Valverde de Llerena, villa, quedando la mayor parte de la tropa aliada desplegada entre Villagarcía, Llerena (22) y Guadalcanal, a la espera de valorar las fuerzas enemigas situadas en Ahillones, Berlanga, Maguilla, Granja y Azuaga, puntos por donde se preveía que los franceses también desalojarían la Serena, camino de Fuenteovejuna y Córdoba.
La valoración y reconocimiento del enemigo fue rápida, pues ya al día siguiente por la tarde, otra vez la caballería del conde Penne se vio involucrada en una acción de importancia, conocida como la de Ahillones, que no concluyó hasta el día siguiente. El propio conde, que nunca perdió la primera línea, relató los acontecimientos, firmando el pertinente informe el día 12 por la noche:
El día 10 por la tarde se convino un movimiento general sobre las villas de Ayllones y Berlanga, en donde se hallaba el enemigo, a fin de alejarlo de la posición que ocupaba el ejército aliado en Llerena, Villagarcía y Guadalcanal (…) Su Excelencia el general en jefe (Hill), mandó el 10 por la tarde que las tropas que se hallaban en Villagarcía hiciese un movimiento sobre Maguilla y atacase a la caballería enemiga que allí se  hallaba, uniéndose enseguida al grueso del ejército que marchaba directamente sobre Ahillones, en el orden siguiente: La vanguardia compuesta por toda la caballería a mis órdenes; en 2ª la brigada de dragones pesados ingleses a las órdenes del mayor general Maddel; después la caballería portuguesa  a las órdenes del Sr. Coronel Cambell, que hace el servicio de brigadier; detrás la infantería y caballería…
A media legua de Ahillones mis tiradores se encontraron con una gran guardia enemiga, la atacaron y empezó un fuego bastante vivo. Di orden al coronel Juan Soto, comandante de los tiradores, que se adentraran la reserva de éstos, apoyándola con los que se batían y extendieran su línea cuanto pudiesen (…) Verificadas mis órdenes, hice un reconocimiento  de todo el terreno (…) y viendo que por la derecha e izquierda podía ser atacada la caballería enemiga (…) avisé de cuanto había observado (…) y le propuse marchar al enemigo por la izquierda mientras yo lo hacía por la derecha, lo que puesto en ejecución sin pérdida de tiempo hizo que el enemigo se replegase a una altura del otro lado del pueblo sin aguardar la carga que se le ofreció. Entramos en Ahillones y era preciso continuar.
Reconocí de nuevo el terreno y dispuse que el capitán don Ramón Fornier con una compañía cargase el flanco izquierdo del enemigo, mientras que el sargento mayor don Francisco Coello lo hacía con sus tiradores y un escuadrón más por el frente, poniéndose en paralelo con la tropa de don Ramón Fornier. Mientras, yo seguía con el resto de mi caballería sosteniendo estos ataques, lo que obligó al enemigo a abandonar la posición y retirarse a la villa de Berlanga, en donde volvió a situarse sobre el camino de Azuaga.
Sus fuerzas en esta ocasión eran ya de 1.700 a 2.000. El grueso de nuestra tropa siguió el mismo orden de marcha que tengo ya indicado. El enemigo colocó a la bajada de la nueva posición que había tomado, y a la derecha de su línea de batalla, un cañón a fin de hacer un fuego de flanco sobre las columnas que desfilasen por su frente, colocando en orden de batalla cuatro piezas de artillería (…)
Enseguida propuse al Excmo. Sr. General en jefe dirigirme por la derecha a atacar al enemigo y tomarle la retirada hacia Azuaga e impedir tomar el de Azuaga a Valverde (donde estaba ubicado el Cuartel General) y cuidando mucho no presentarle más que la cabeza de mi columna. Yo me adelanté con mi ayudante a reconocer y sufrí algún fuego de cañón…(23)

Sigue el conde relatando otras circunstancias bélicas, comunicando finalmente que el enemigo se retiraba hacia Azuaga. Por supuesto, como era costumbre en él, dejó en buen lugar a la oficialidad y a la tropa.
Con respecto a lo ocurrido entre el 12 de julio (día en el que el conde firma el informe anterior) y mediados de Agosto, escasas son la noticias que tenemos. Si sabemos que los franceses, acantonados en la zona de los Pedroches tras el duro correctivo de la primera quincena de Julio, se recompusieron con la ayuda de otros efectivos procedentes de Córdoba, ocupando nuevamente a finales de julio Llerena y Guadalcanal, replegándose los aliados a la Albuera ante las noticias de que Soult volvía a Extremadura.
Ya en agosto, con los franceses a la desesperada, el vecindario de Llerena debió padecer momentos de gran acoso, reclamando los franceses víveres y avituallamientos sin contemplaciones. Desde el Castillo de las Guardas, el día 18 se daba el siguiente parte:
…en Extremadura no hay novedad particular (…) los franceses se sitúan en Zalamea de la Serena. Corren voces de que las tropas del Conde Penne-Villemour habían llegado a Llerena y una avanzada ha llegado a Monesterio. Las últimas cartas que he recibido del general Hill están datadas en Zafra, hace seis días…(24)

En cualquier caso, tenemos constancia de que abandonaron definitivamente Extremadura a finales de Agosto, saliendo por Azuaga hacia Fuenteovejuna y Córdoba, según un informe remitido por el conde Penne-Villemour al marqués de Monsalud y que éste, desde Valencia de Alcántara y con fecha 2 de septiembre, remitió a Cádiz. El parte, muy escueto, daba información de la definitiva retirada francesa de la actual provincia de Badajoz:
Excmo. Sr.: Tengo la satisfacción de comunicarle a V.E., que los enemigos han evacuado totalmente la provincia de Extremadura y aún se han retirado totalmente de Fuenteovejuna hacia Córdoba, con precipitación y desconcierto general…(25)

Por lo tanto, a finales de Agosto de 1812 no quedaba un solo francés por nuestra zona. Por ello, inmediatamente se puso en práctica lo dispuesto por la regencia, quedando reemplazadas las Juntas Municipales o ayuntamientos elegidos a primero de 1812 siguiendo la Constitución de Bayona. En efecto, desde las Cortes de Cádiz se había dispuesto que en aquellas provincias y pueblos liberados deberían reunirse en sesión extraordinaria las corporaciones municipales impuestas por el gobierno intruso, presentado la dimisión de sus respectivos oficios. Dicha dimisión debía hacerse en favor de los miembros del ayuntamiento que estaban al frente del gobierno municipal cuando el pueblo en cuestión fue invadido, invasión que en nuestro caso se produjo a primeros de Mayo de 1811. No obstante, antes de dimitir, los oficiales concejiles nombrados por el gobierno intruso a principios de 1812, como muestra prudentemente de su comprometida situación, acordaron que por la toma de la ciudad de Badajoz (hecho que había tenido lugar hacía unos meses), haya iluminación en el pueblo con repiques de campanas y Tedeum con misa solemne en acción de gracia...
Así ocurrió el día 31 en Guadalcanal, el único pueblo santiaguista y extremeño del entorno de Llerena que conserva las actas capitulares de esas fechas. Entendemos que también debió darse estas circunstancias en Llerena, tomando las riendas del Ayuntamiento, e incluso del partido de su gobernación, el regidor más antiguo en fechas inmediatas a la primera invasión de la ciudad, don Francisco Santacruz, que, insistimos, no sólo se puso al frente del ayuntamiento de esta ciudad, sino que también asumió inicialmente las funciones de gobernador, mandando autos a cumplir en Llerena y pueblos de su partido sobre las disposiciones que iba recibiendo de las nuevas autoridades de la provincia de Extremadura (26) .
A partir de estas fechas, asistimos a momentos de euforia entre la vecindad, euforia que, suponemos, vendría a menos cuando comprobaron que debían seguir avituallando al ejército, ahora al nacional (27), especialmente a partir de mediados de Octubre, cuando se eligió a los nuevos oficiales del ayuntamientos siguiendo los principios democráticos defendidos por la Constitución de Cádiz y tomó cuerpo la Diputación Provincial de Extremadura, tras las elecciones de diputados provinciales el primero de Octubre de 1812.
Para concluir con estos relatos, durante 1813 los franceses, ahora a la defensiva, se replegaron con el orden que pudieron hacia los Pirineos, en cuyas proximidades soportaron las derrotas definitivas (Vitoria y San Marcial), llegando los aliados a superar la frontera natural. La Guerra concluyó a finales de este año, tras el acuerdo de Valençay (4/12/1813).
En 1814 por fin se incorporó desde su exilio Fernando VII, el elogiado y deseado durante todo el tiempo de la Guerra, pero que a su vuelta defraudó estrepitosamente, anulando la Constitución de Cádiz y todas las leyes y decretos emanadas a su amparo, retornando a prácticas políticas y sociales cavernarias, propias de las fases más retrógradas del Antiguo Régimen. Obviaba así el monarca las innovaciones ilustradas, el ejemplo de la revolución francesa y el sacrificio del pueblo español para recuperarle la corona que indignamente llevó hasta su muerte en 1833.
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 (1) AHN, Diversos-Colecciones, 135, N.14. Se trata de un documento redactado en francés, narrando la retira francesa tras la batalla de la Albuera.
 (2) AMG, Sec. AA. CC. (29, Nov. de 1812), leg. 1648. Añaden que  sobrevivían 901 vecinos (31 eclesiásticos, 24 nobles, 36 viudas, 121 labradores, 480 jornaleros y 150 artesanos) de los cuales 261 eran muy pobres.
 (3) El mando de los ejércitos aliados (españoles, británicos y portugueses) estaba lord Wellington, quien delegó en el general Hill el del 5º ejército, el que actuaba preferentemente por Extremadura.
 (4) SOULT, N. Memorias (España y Portugal), Madrid, 2010.
 (5) AHN, D-C, 127, N. 32. Informe de Antonio Roselló, fechado el 9 de Enero de 1812, en Valencia de Alcántara. Véase también GUTIÉRREZ BARBA (Llerena y su partido durante la Guerra de la Independencia, Badajoz, 2008). En la página 129 nos dice: …el repliegue francés parece imparable por toda la zona meridional de Extremadura, desde comienzo de 1812…
 (6) Ibídem
 (7) GUTIÉRREZ BARBA, op. cit., nos dice: …el 22 de marzo, entraban de nuevo en Llerena las tropas aliadas, sorprendiendo en esta ocasión a los franceses, consiguiendo hacerles prisioneros y apoderarse de todos los medios y repuestos que aún mantenían en la ciudad...
 (8) La toma de Badajoz, la ciudad, junto a Cádiz, más asediada en toda la contienda, fue muy costosa para ambos ejércitos. Pero además resultó polémica y conflictiva, a cuenta de los excesos de la tropa de nuestros aliados, los ingleses, que saquearon la ciudad y maltrataron al vecindario, circunstancias de las que se derivaron ciertos desencuentros entre los generales ingleses y españoles, así como multitud de quejas por parte del paisanaje.
 (9) AHN, Sec. Diversos-Colecciones, 139, N. 63.  En este momento de las diez de la mañana me acaba de avisar el mariscal lord Wellington, que entre Usagre y Llerena ha sido batida la retaguardia de Soult, habiendo perdido 600 hombres…, Badajoz, 12 de abril de 1812. El marqués de Monsalud….El brigadier Roselló. Más información en Larrey Martínez, J. “El protagonismo de Usagre en la Guerra de la Independencia”  También en GUTIERREZ BARBA, A., op. cit., pág. 130.
(10) AHN, D-C, N. 9. Comunicación del conde Penne, refiriendo los motivos que le obligaban a abandonar el territorio de Andalucía y retroceder a Extremadura (La Palma del Condado, 10 de abril de 1812). Aunque el conde entendía que su posición en el condado onubense era importante, obedeció las órdenes de Wellington y nuevamente se incorporó a la defensa de Extremadura.
 (11) AHN, Diversos-Colecciones, 82, N. 9.
 (12) AHN, D-C, 129, N. 8.
 (13) AHN, D-C,110, N. 35.
 (14) En un informe de Wellington comunicando su estrategia a sus más próximos compañeros de armas, indicaba que el día 7 de Junio le llegó una carta del conde Penne, donde le manifestaba haber recibido instrucciones del gobierno español para dirigirse al condado de Niebla. Sin embargo, contradiciendo a las autoridades españolas, le ordenó que continuara en Extremadura, donde entendía que era más necesaria su colaboración. AHN, D-C, N. 110, 35.
 (15) GUTIÉRREZ BARBA, op. cit., pág. 131.
 (16) AHN, D-C, 114, N. 6.
 (17) SOULT, N. Memorias, op. cit.
 (18) AHN, Diversos-Colecciones, 90, N. 73   Noticias confidenciales de nuestras tropas y las del enemigo, tanto en Andalucía como en Extremadura, en los días 18, 19 y 20 de Junio. Informe desde Fregenal.
 (19) GÓMEZ VILLAFRANCA, R.  Extremadura en la Guerra de la Independencia española: memoria histórica y colección diplomática, 2 ª parte, apéndice documental, pp. 422 y ss. Badajoz, 1908
 (20) Peligrosa y confusa porque, en realidad, Hill se despreocupó en exceso de la caballería de vanguardia, no acudiendo en su apoyo una vez que quedó en minoría frente a sus adversarios.
 (21) En esta villa tuvo lugar un fuerte encuentro, encaminándose los franceses hacia Valencia de las Torres y de allí a Córdoba y Sevilla, dejando expedita la entrada aliada en Llerena.
 (22) ALFONSO GUTIÉRREZ BARBA en su excelente y documentado trabajo, nos dice que el día 7, a comienzo de la tarde, entraron los aliados en Llerena, entre ellos Forret, un oficial británico, que dejó recogido en sus memorias el siguiente párrafo: …por fin pusimos nuestras cabezas bajo cubierta en una casa totalmente buena. Paramos en Llerena, que es un buen pueblo, y nos pudo alojar a todos muy bien, unos 14.000 hombres. Los habitantes, muy educados y descontentos con los franceses por lo general...
 (23) AHN, Diversos-Colecciones, 139, N. 61. Acción de Ahillones dada por la división de Vanguardia del 5º ejército, al mando del general conde de Penne-Villemur.
 (24) AHN, D-C, 90, N. 82. Noticias confidenciales de nuestras tropas y las del enemigo, tanto en Andalucía como en Extremadura.
 (25) AHN, D-C, 114, N. 34.
 (26) Así se ha podido comprobar en los archivos municipales de los pueblos del partido de Llerena, en alguno de los cuales (Guadalcanal, Valencia de las Torres y Valverde de Llerena), se guardan legajos con las disposiciones recibidas de las autoridades española, siempre comunicadas a través de Llerena.
 (27) Por ejemplo, los 100.000 reales con que se cargó inmediatamente al concejo en pagas semanales de 6.868 reales (“Repartimiento semanal que se hace a los vecinos de esta villa y aldea de Malcocinado por ahora y por una vez para atender a los fines que se mencionan, por acuerdo del Ayuntamiento de 9 de septiembre de 1812” para cuyo efecto siguieron el libro de amillaramiento y beneficios rústico, pecuario e industrial de 1811. AMG. Leg. 648). Siguiendo con esta política de repartimientos puntuales, mencionamos también otro de Septiembre de 1813, en este caso tras solicitud del jefe político de la provincia, Carlos Rusconi, reclamando 800.000 reales de la provincia  para acudir en auxilio del ejército de los Pirineos que estaba a punto de expulsar a los franceses, pero con riesgo de retroceder si no le llegaba dicha ayuda. Al partido de Llerena, donde naturalmente seguía encuadrado Guadalcanal, le correspondieron 136.000 reales de los requeridos. (AMG, Leg. 1.382, carpeta de 1813.) En total, de Guadalcanal tenemos un documento oficial (AMG. Leg. 648) que relaciona los suministros de la villa a los ejércitos nacionales desde el 12 de octubre de 1812 hasta el final de la guerra, según un documento firmado por la tesorería de rentas de Llerena: 53.263 reales en efectivo, 36.133 reales en raciones de pan, 908 fanegas de cebada, 142 fanegas de trigo, 11.190 libras de carne, 18 reses vacunas, 270 carneros, 298 @ de harina, 3.127 cuartillos de vino, 508 cuartillos de aguardiente, 155 raciones de menestra, 173 herraduras, 1.350 clavos, más otros 7.500 reales en efectivo.
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Fuentes documentales y bibliografía: las recogidas en las notas anteriores.

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