En uno de los puntos de la sesión que precede (Boletín Oficial de la Provincia de Badajoz, nº 127, del 29 de junio de 1878) tomó la palabra la comisión de diputados elegida para nombrar a los varones más esclarecidos de la provincia que por sus méritos en las armas, las ciencias, las artes y las letras, fuesen acreedores a figurar en el salón de sesiones de esta Diputación, como ejemplos dignos de imitación, sirviendo de estímulos a sus conciudadanos. Se tomó como punto de partida no proponer a ningún personaje del siglo en curso (XIX), pues estimaban que el tiempo era el mejor crisol para aquilatar los merecimientos de los hombres ilustres, mientras que los contemporáneos no eran generalmente imparciales para juzgar a aquellos que han tratado.
Después de examinar un largo catálogo de celebridades merecedoras de este honor, propusieron a los seis siguientes:
En definitiva, seis preclaros varones, tres de ellos muy relacionados con la pequeña Atenea:
- El licenciado Zapata, nacido en Llerena a mediados del XV, del que seguiremos hablando.
- El fuentecanteño Zurbarán, famoso pintor que desarrolló una buena parte de su actividad artística en Llerena.
- Y el frexnense Arias Montano, fiel exponente del Renacimiento de la época que le tocó vivir, y también morador de Llerena durante una buena parte de su vida.
Resumiendo las investigaciones que en otra ocasión hemos realizado sobre el licenciado don Luis Zapata (“El licenciado Zapata, Consejero Real, Letrado de las Cortes y fundador del mayorazgo y señorío de Çehel de las Alpujarras”, en Actas de las II Jornadas de Historia de Llerena, Llerena, 2001) y su familia (manuelmaldonado2.blogspot.com), consideramos que el licenciado ha sido, sin lugar a duda, el más importante de los llerenenses y uno de los más significados políticos en el tránsito de la Edad Media a la Moderna. Su sólida formación en leyes fue reconocida por los Reyes Católicos, quienes le encomendaron la redacción de las Leyes de Toro, la recopilación, ordenamiento, revisión y redacción de las Leyes sobre la Mesta, así como el establecimiento y regulación de la Casa de la Contratación de Sevilla, ciudad donde, además, ejerció el cargo de Alcalde Mayor. Aparte sus actividades como jurisconsulto, durante dos largas décadas perteneció a los Consejos de Estado, Guerra, Justicia e Indias, asesoramiento que compatibilizó con el de Letrado de las Cortes de Castilla. En definitiva, una contrastada habilidad política, que, por reconocida fidelidad a la Corona (también intervino en la redacción de los testamentos de Isabel y de Fernando), tuvo continuidad bajo el reinado de Carlos I.
Al amparo de sus cargos, y siempre con la ayuda y el favor real, acumuló una inmensa fortuna, especialmente concentrada en Tierra de Barros y en las Alpujarra y costas granadinas (Çehel de las Alpujarra), no siendo despreciable la hacienda que aglutinó en torno a Llerena. En esta villa, tras la muerte de Alonso de Cárdenas, pasó a encabezar su estamento nobiliario, consiguiendo para la misma el privilegio del mercado franco de los martes y el establecimiento de uno de los Tribunales de la Inquisición. Asimismo, colaboró en su esplendor arquitectónico, remodelando y enriquecido ornamentalmente la Capilla de San Juan Bautista, y construyendo el magnífico palacio de la plaza del Espíritu Santo, la mejor casa de caballero, en opinión de su nieto, don Luis Zapata de Cháves, I señor de Jubrecelada (Llerena, actual finca del Cercado) y III señor de Çehel de las Alpujarras.
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