Convento de San Marcos de León
La jurisdicción religiosa
en los territorios santiaguistas correspondía a esta institución, quedando
dividido su señorío en dos provincias eclesiásticas o prioratos: el de
Uclés, para la atención religiosa de los vasallos incluidos en los pueblos que la
institución poseía en el antiguo reino de Castilla, y el de San Marcos de
León, como cabecera espiritual de los incluidos en el antiguo reino de León, es
decir, en la denominada Provincia de León de la Orden de Santiago.
Los prioratos eran como
diócesis con jurisdicción propia y exenta de la autoridad de cualquier
obispo. Sus priores, por delegación de de la santa sede y los maestres, ostentaban
la máxima autoridad religiosa en cada provincia, donde actuaban como auténticos
prelados: usaban mitra, báculo, anillo y otros distintivos pontificales,
aparte de tener facultad para conferir
órdenes menores, conceder indulgencias, convocar sínodos y proponer y remover
beneficios curados.
La administración
religiosa santiaguista fue evolucionando con el paso del tiempo, como respuesta
a las circunstancias que se iban presentando, surgiendo múltiples problemas
jurisdiccionales en su seno[1].
Inicialmente el priorato de San Marcos de León quedó dividido en vicarías, al
frente de las cuales estaban los vicarios. Una de ellas fue la de Ntra. Sra. de
Tudía y Reina, a cuya jurisdicción en primera instancia pertenecía el clero
de esta zona más meridional de la
Provincia de León. Posteriormente, refiriéndonos siempre a la Provincia de León de la Orden de Santiago, a finales
del XVI aparecieron los provisoratos de Llerena y Mérida, coexistiendo con las
vicarías de Santa María de Tudía y Reina (con sede en Calera y Segura de León),
Benamejí (Córdoba), Barrueco Pardo y Santiespíritu (Salamanca), Pastrana y
Porto (León), Villalba (Zamora), Estepa y Villanueva del Ariscal (Sevilla),
Villar de Donas (Lugo) y Villar de Santos (Orense).
La sede oficial del
priorato de la Provincia
de León de la Orden
de Santiago se localizaba, como indicamos, en el convento de San Marcos de
León, en las proximidades de dicha ciudad; es decir, muy lejos del grueso del
territorio administrado, la mayor parte concentrado en la actual provincia de
Badajoz. Por ello, lo normal era encontrar a los priores por esta zona
extremeña, bien el Mérida, en Llerena o en la Puebla del Prior, una pequeña villa donde tenían importantes
intereses económicos.
Aunque en los inicios de la Orden de Santiago hemos de
considerar como normal el asentamiento del convento mayor de San Marcos en el
entorno de la ciudad de León, porque allí se encontraba concentrado entonces
los territorios santiaguistas antes de la Reconquista de la actual
Extremadura, después también hemos de admitir como lógico el interés de las
villas santiaguistas extremeñas por su traslado a estas tierras.
Así lo entendió Alonso de Cárdenas,
cuado tanteó la posibilidad de trasladar a Extremadura ciertos conventos santiaguistas,
entre ellos el conventual mayor masculino de San Marcos de León que nos ocupa[2],
teniendo el citado maestre la intención de asentarlo en la villa de Guadalcanal[3]. Sin
embargo, cuando a la muerte de Cárdenas los Reyes Católicos asumieron la administración
de la Orden de
Santiago (1493), se paralizó el proyecto, limitándose estos monarcas a fundar
un nuevo convento de monjas santiaguistas en la recién conquistada ciudad de
Granada y a trasladar el conventual femenino de Santa Eufemia de Cozuelos (Palencia)
al nuevo convento de Santa Fe de Toledo[4].
Por fin, en el Capítulo General que
nuestra Orden celebró entre 1560 y 1562 (Toledo-Madrid) decidieron trasladar el
convento mayor de clérigos santiaguistas de San Marcos a Extremadura, tras la
correspondiente bula papal (que no se promulgó hasta 1566), rompiendo con su
ancestral y primigenio asentamiento en la ciudad de León. Esta decisión fue aplaudida por las villas
santiaguistas y extremeñas, pero contestada por las máximas autoridades de la
ciudad de León y su entorno jurisdiccional y administrativo, que a pesar de
todo no pudieron evitarlo. En efecto, en 1564 ya estaban los clérigos
santiaguistas de San Marcos en el recién construido conventual de la villa de
Calera. Por entonces Calera era una villa de escaso vecindario y recursos
agropecuarios, adscrita a la encomienda mayor y situada en el confín más
meridional de la
Extremadura leonesa, dentro de la denominada Provincia de
León de la Orden
de Santiago, circunscripción donde la villa de Llerena ocupaba su centro gubernativo
y administrativo en lo temporal.
Para justificar el traslado se argumentó
la escasa habitabilidad del edificio leonés, en obras de remodelación desde
1515, así como otras cuestiones monetarias, concretamente lo costoso que resultaba
mantenerlo con dignidad y el añadido que suponía lo que quedaba por reconstruir,
máxime cuando ya para aquella fechas, en
la vicaría de Tudía ay una casa razonable que se abía fundado para estudios de
religiosos, mientras se determina el lugar más conveniente de la provincia[5], refiriéndose al recién construido
conventual de la villa de la Calera. Al
parecer, según se especifica textualmente, aunque se pretendía su instalación
definitiva en la Provincia
de León de la Orden
de Santiago en Extremadura, no se concretaba en qué asentamiento, postulándose
Llerena y Mérida para albergar definitivamente al conventual y a la sede
prioral.
Pues bien, teniendo en cuenta que el edificio
leonés no ofrecía el aspecto de deterioro ni de incomodidad que se argumentaba,
que así lo estiman y demuestran con sus investigaciones Campos Sánchez-Bordona
y Oricheta García[6],
serían cuestiones de orden práctico las que animarían al Consejo de Órdenes a
trasladarlo a Extremadura, precisamente la región donde se concentraba la mayor
parte del territorio santiaguista del antiguo reino de León y las rentas de
vasallaje que sostenían a la institución en esta demarcación.
Según acontecimientos posteriores, el
asentamiento del convento en Calera fue provisional, mientras se construían
nuevas dependencias en Mérida. Así, ya en 1573 Felipe II, mediante Provisión
Real, determinó su traslado a dicha localidad, siempre que esta villa efectuara el ofrecimiento de comodidades
precisas[7],
es decir, que hiciera una buena oferta para su asentamiento, como lo hizo[8].
Siguiendo también a las autoras citadas,
Mérida, como cabecera de la encomienda más rica del territorio extremeño,
ofrecía mejor acomodo que Llerena. Sin desestimar esta opinión, y también sin
la referencia documental oportuna, desde aquí intuimos que Felipe II pudo haber
hecho el mismo ofrecimiento a Llerena, pues este monarca, pedigüeño por
naturaleza y con su Real Hacienda en bancarrota, no daba puntada sin hilo. Al
menos, sabemos a ciencia cierta que el concejo de Llerena se ofreció y postuló
en varias ocasiones para albergar el conventual.
La primera de ellas corresponde a 1561,
en pleno Capítulo General de Toledo-Madrid, cuando ya se conocía la intención del
Consejo de las Órdenes de trasladar la sede prioral a Extremadura, aunque sin
precisar el lugar exacto de su ubicación. De ello nos ha quedado constancia en
el Archivo Municipal de Azuaga, concretamente en el Libro de Actas de 1561,
sesión del 21 de febrero[9], en
la que los capitulares azuagueños recibieron a Juan de Palencia, vecino y
regidor de la villa de Llerena. Se presentó el regidor llerenense como
comisionado por su cabildo, con el poder correspondiente y una propuesta que el
escribano azuagueños tuvo a bien incluir en el acta, después de escucharla. Por
este testimonio sabemos que Juan de Palencia puso en conocimiento de los
oficiales azuagueños que el cabildo llerenense le había encomendado visitar
todos los pueblos del partido para comunicarles que S.M. y el Consejo de
Órdenes habían tomado la decisión de trasladar el convento de San Marcos desde
la ciudad de León a Extremadura, advirtiéndoles que sería de gran utilidad y
provecho para todas las villas de la comarca que dicho convento se ubicara en
Llerena, como pueblo de mejor asiento.
Por ello, en la villa maestral estimaban conveniente que los concejos de su
entorno elevaran memoriales a S.M. reclamando la ubicación del conventual en
Llerena, cuyo concejo se haría cargo de todos los gastos que fuesen precisos. Advertía
que si el convento pasaba a Mérida, sería en beneficio de dicha ciudad y en
perjuicio de Llerena y pueblos de su entorno, pues el prior y su juzgado se
trasladarían a dicha población, así como el gobernador y su audiencia, con las
costas adicionales que la distancia implicaría entre el vecindario del partido.
En principio, como ya hemos adelantado,
el convento se instaló en la villa de Calera. Más adelante, teniendo en cuenta la
ubicación tan descentrada de esta villa respecto al resto del territorio
santiaguista en Extremadura, así como lo reducido del conventual, Felipe II
propuso su traslado a Mérida, aunque, como antes indicamos, no debemos
descartar que también se lo hubiese propuesto a Llerena. En cualquier caso,
tenemos constancia de que nuevamente se postuló Llerena para albergarlo en 1568,
que así se lo hizo saber su cabildo a Felipe II, ofreciendo para la obra del
convento el solar y 300.000 ladrillos en 6 años, a razón de 50.000 cada año. Añadían
que los ladrillos serían de calidad y buen barro, bien labrados, cocidos y
cortados según el marco establecido por las ordenanzas municipales. Es más,
estimando que S.M. aceptaría la propuesta, el cabildo llerenense convocó un
concurso público para la elaboración de dichos ladrillos, presentándose
numerosas ofertas de vecinos de Llerena y su entorno, como la que se refleja en
el texto que sigue:
En la villa de Llerena (28/04/1568), en
presencia del escribano (…) pareció Bernal Díaz, vecino desta villa de Llerena,
y dijo que por quanto el concejo, justicia y regimiento desta villa de Llerena
ha suplicado a S. M. le haga merced de trasladar el convento de San Marcos de
León que agora reside en la Calera a esta villa de Llerena, y para ello el
dicho concejo se ofreció a dar cantidad de ladrillos para dicha obra, como se
contiene en el documento y escritura que sobre ello ay…[10]
Por lo tanto, la designación de Mérida como
sede prioral también fue efímera, pues ya en 1598 se oyeron las primeras voces
reclamando desde la ciudad de León el retorno del conventual, alegando el
excelente estado del remozado convento de San Marcos. Y ahora se interesaban,
aparte los estamentos más privilegiados de esta ciudad leonesa, el valido y
otros nobles de la corte de Felipe III, personajes y entidades de mucha
influenza, que definitivamente consiguieron su objetivo durante el Capítulo
General de 1600, de tal manera que a finales de 1604 nuevamente estaban los
clérigos santiaguista, sus archivos y bienes muebles en León, en el remozado
conventual de San Marcos.
Naturalmente, el retorno a León contó
con la oposición de las villas extremeñas, que durante años no dejaron de
revindicar el asentamiento del conventual en su territorio. Así, en una sesión capitular
correspondiente al mes de mayo de 1619, los oficiales azuagueños, conociendo de
la presencia de S.M. en la ciudad de Mérida, acordaron enviar a uno de sus
capitulares con la finalidad de besarle la mano en nombre de la villa y
aprovechar la ocasión para suplicarle que el convento retornase a tierras
extremeñas. Entendían que su proximidad convenía a los intereses de Azuaga y
otras villas de su entorno santiaguista, especialmente teniendo en cuenta la
gran distancia y costosas dietas que por desplazamiento a la ciudad de León
habría que hacer cuando fuese necesario arreglar asuntos tocantes a la
jurisdicción religiosa[11].
Como es conocido, el conventual
permaneció en León hasta la extinción de la jurisdicción religiosa de Orden de
Santiago en 1874. También como es conocido, nunca llegó a instalarse en
Llerena. De haber sido así, hubiese tenido una extraordinaria repercusión
económica y artística en la ciudad, embelleciéndola aún más.
[1]
Véase LÓPEZ FERNÁNDEZ, M. “Fuente de Cantos y su entorno santiaguista. La Vicaría de Tudía (Siglos
XIII-XVI), en Actas de las XII Jornadas
de Historia, Fuente de Cantos, 2012.
[2]
Existían conventos femeninos santiaguistas importantes en Santa Eufemia de
Cozuelos (Palencia), en Valladolid o en Salamanca. Igualmente existían otros
conventos masculinos, como el de Sevilla o el de Córdoba, reservando la
categoría de convento mayor masculino para el de San Marcos, sede oficial del
prior de la Provincia
de León de la Orden
de Santiago.
[3] Probablemente
por el apoyo de los guadalcanalenses a Cárdenas en su lucha por alcanzar la
dignidad maestral, pues con su concurso derrotó en Guadalcanal y puso en fuga
al duque de Medinasidonia, su principal oponente al maestrazgo. Así lo cuentan Juan de la Parra
y Pedro de Orozco, biógrafos de Alonso de Cárdenas, y lo recoge ANTONIO VARGAS ZÚÑIGA (Don Alonso
de Cárdenas, último maestre de la
Orden de Santiago…,
Badajoz, 1976).
[4] MALDONADO
FERNÁNDEZ, M. “Historia, usos y aprovechamientos de la dehesa de San Martín
(Valencia de las Torres)”, en Actas de
las IV Jornadas de Historia, Valencia de las Torres, 2010.
[5]
CAMPO SÁNCHEZ-BORDONA, Mª. D. y ORICHETA GARCÍA, A. “Implicaciones artística de
una decisión del Consejo de Órdenes. El traslado del convento de San Marcos de
León a Extremadura (1560-1604)”, en Norva-Arte
XVI (1996) /83-101. Nos remiten las autoras citadas al AHN, Sec. OO. MM.,
leg. 7016.
[6]
Ibídem.
[7]
Ibídem.
[8]
En efecto, según recogen las citadas autoras, en Mérida pusieron a disposición
del convento ciertos solares para edificar, huertas, arboledas, tres mil acres de yerbas con sus baldíos, y
un millar a donde dizen la linde gorda…, AHN, Sec. OO. MM, Archivo Judicial
de Toledo, nº 59.879.
[9]
Archivo Municipal de Azuaga, Sec. AA. CC., lib. de 1561 (21/02/1561), leg. 1,
fol. 7, fot. 23 de la edición digital.
[10] MALDONADO FERNÁNDEZ, M. “Expolios en los archivos históricos de Llerena”, en Revista de Feria y Fiestas, Llerena, 2007.
[11]
AMA, Sec. AA. CC., leg. 5, lib. de 1619, fol. s/n, fot. 26 de la edición
digital.
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