Tras el
citado golpe, quedó en suspenso la Constitución vigente, el Parlamento y los
partidos políticos, medidas que se complementaron con una ley de imprenta muy
restrictiva. Y bajo estas circunstancias, el directorio militar y la monarquía
constitucionalista reinante cohabitaban en una entente cordial, caldo de
cultivo que, poco después, dio paso a la segunda república.
Al amparo de este régimen surgió una especie de asociación
o partido político único, la Unión Patriótica, que, anulada la constitución
vigente, decía defender el siguiente programa político:
- En el aspecto religioso, seguir el dictado del catecismo de la
Santa Madre Iglesia.
- En el aspecto social, los preceptivos del Derecho, muy
especialmente los referentes a la santidad de la familia, el respeto al derecho
ajeno, la difusión de la cultura y la protección al desvalido.
- En el aspecto político, la defensa de la Monarquía, el acatamiento
de la autoridad y de la disciplina, la presentación del voto en las elecciones
para cargos públicos, la aceptación y recto desempeño de los cargos público y
la vigilancia del cumplimiento de las leyes.
- En cuanto a los deberes patrióticos, el conocimiento y divulgación
de las glorias y del valor histórico de España, la defensa de su unidad
nacional y el sacrificio personal para defenderla.
La administración encabezada por Primo de Rivera estaba ya muy cuestionada en 1928, lanzando la Unión Patriótica una campaña publicitaria inusual hasta entonces, como la insertada sobre Llerena, resaltando los logros y avances del Directorio. Esta circunstancia nos permite acceder a interesantes datos y fotografías de la época (de escasa calidad, pero valiosas, por testimoniales), como los que siguen:
Inauguración de la plaza de abastos
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