martes, 23 de septiembre de 2014

FIESTA REAL DE TOROS EN LLERENA


 

La afición taurina en Llerena siempre ha estado presente entre sus naturales. Durante el Antiguo Régimen (desde el reinado de los Reyes Católicos hasta la muerte de Fernando VII) ya se prodigaban estos festejos, adaptados en cada momento al gusto o estilo de la época y generalmente puestos en escena por el día del Corpus, el de Santiago y el de Santa María de la Granada. También se recurría a este tipo de festejos, a modo de acción de gracia, cuando la divinidad tenía a bien mandar que cesaran las inclemencias meteorológicas que arrasaban los campos, cortar con algún episodio de peste o  beneficiar a la familia real con el nacimiento o boda de algún príncipe, así como para celebrar la victoria en algún hecho de armas.  

Escasas son las noticias que nos han llegado sobre estos festejos correspondientes al siglo XVI; de este siglo sólo tenemos constatadas noticias de la gran afición a la tauromaquia del llerenense  don Luis Zapata, devoción compartida con la del arte de cetrería, de la escritura y la del buen vivir, que en conjunto le llevaron a la ruina y encarcelamiento durante veinticinco años en una de las torres de Valencia de las Torres, a cuenta de sus deudas. En su Miscelánea o Varia Historia, dedica la nº 151 a toros y toreros, narrando alguno de los episodios de los que fue testigo:

Más aunque fue lastimoso, caso el de Don Diego de Toledo, hermano natural del duque de Alba, que quiero aquí contarlo, si bien en algún otro lugar dije alguna cosa de él. Era el tal un caballero mozo, muy gentil hombre y muy señalado, el cual, andando a los toros en Alba, con un garrachón, a las alegrías del casamiento del duque, su hermano, pasó a uno el hierro en la frente, que no acertó a descogotarle; dio un rebufo el toro en alto, revuelve el garrachón, y escurre por su misma mano y dale con el cabo en un ojo, y pasasele, y la cabeza y sesos, y sálese envuelto en ellos por la otra parte, y al caer muerto se le quebraron dos costillas. ¡Quién creyera que con sus mismas armas se había de matar por sus manos, y que su ojo mismo diera puerta y paso a tanto daño!

Por lo contrario, copiosas son las referencias sobre estas celebraciones recogidas en los fondos documentales custodiados en el Archivo Municipal de Llerena correspondientes a los siglos XVII y XVIII, encontrando puntuales datos en los libros de Actas Capitulares, en los de Comisiones de Regidores o en los de Cuentas de Propio. En todo caso, se tratan de noticias deshilvanadas, que sólo sirven para constatar el hecho y la frecuencia del mismo. Me refiero al acuerdo capitular para celebrarlas, al nombramiento de comisarios entre los regidores, las gestiones realizadas por éstos (búsqueda de toros y lidiadores, acomodación de la Plaza Pública como coso taurino…) o la pertinente autorización para la libranza del dinero preciso, dado que el espectáculo era gratuito, corriendo sus gastos a cuenta de las arcas concejiles. Lean, por ejemplo, la anotación recogida en el libro de acta capitulares, en la sesión correspondiente al 21 de junio de 1655, fol. 55:

Que para que se celebre la fiesta del Apóstol Santiago, patrono de España (…) la vispera de su fiesta en este año hagan poner fuegos y luminarias en la plaza desta ziudad y casa de ayuntamiento; y asimismo hagan poner una piedra con su argolla de hierro en medio de la plaza donde se puedan atar los toros y novillos ensogados que se lidiaren en esta y otras fiestas…

De entre los documentos locales citados, los Libros de Razón constituyen la fuente más apropiada para recoger noticias sobre estos eventos, remitiendo especialmente al Libro de Razón de 1667 (AMLl, leg. 565, carp. 40), dónde el escribano Cristóbal de Aguilar certifica textualmente lo que sigue:

Quando la ziudad (el cabildo concejil) acuerda se hagan fiestas Reales de toros, que unas veces an sido en la octaba de la asunzión de nuestra señora, cuya santísima ymaxen con advocación de la Granada está en la Iglesia Mayor desta ciudad, y otras por alguna victoria de las armas de su majestad, (…) el mismo día del acuerdo, o poco después, nombra la ziudad dos rexidores que van a convidar…

Sigue el texto, recogiendo la distribución de arcos y ventanas entre las distintas autoridades locales para asistir en palcos preferentes al espectáculo, así como su ornamentación:

…Y de los veinte arcos que están en los corredores de la Iglesia, tienen atajado los siete primeros con tablas el Tribunal del Santo Oficio y el que sigue, que es el octabo se le da al Sr. Provisor y el nobeno al cura más antiguo de dicha Iglesia Mayor, y el décimo al más moderno, y el 11 al cura de Santiago sin que adquiera posesión (es decir, por cortesía), y del 12 hasta el 18 se dan a los rexidores por sus antigüedades, y el 19 y 20, que son los postreros de dichos corredores altos, se dejan para los clérigos de dicha Iglesia mayor. Y de las siete ventanas que tiene la ziudad en sus casas, junto a la del cabildo, en que vive el relojero, se dan las que faltan para acabar de colocar a los rexidores (…) y unos y otros se adornan con colgaduras de seda y en una ni otra parte no se pone dosel con texadillo, que nunca a sido costumbre ni tal consta en semejantes ocasiones; y sólo se pone desde los pretiles de dichos arcos a la plaza la Inquisición su paño de terciopelo y la ciudad el suyo con las armas reales y de la ciudad (...) Después de sentados la Inquisición y la Ciudad (el cabildo concejil, encabezado por el gobernador) en la parte y forma que va declarada, envía la Ciudad desde sus corredores a los de donde asiste el Santo Tribunal una carga de garrochas empuyadas de las mejores que ay, y la recibe el Tribunal y da las gracias de la atención a la ciudad…

También recoge la invitación y distribución de bebidas y viandas entre las autoridades y sus invitados:

…En las dichas fiestas, abiendose de dar propina entera de colación, se compone de diferentes géneros y en la cantidad de nuebe libras la del Sr. Gobernador, y de cinco libras y media la del Sr. Alcalde Mayor y señores rexidores (cada uno); y de cuatro libras la del mayordomo (el de las cuentas del concejo) ; y de dos libras y media la de los alcaldes de la Hermandad, abogado, capellán de la ziudad, fiscal, contador y escribano de cabildo; y al  receptor de alcabalas de Llerena, al de yerbas, médico asalariado, al del pósito, dos libras a cada uno; y al alguacil mayor, si tiene asiento, dos libras; y de libra y media a cada procurador; y cada portero y ministriles a libra. Y además destas propinas, que se envían a casa de los dichos señores gobernador y los demás, la tarde de las fiestas, cuando parece ora, se sacan para la ziudad en sus asientos fuentes de colaciones y bebidas que están prevenidas conforme al tiempo; y se envían una o dos fuentes de colación desde a donde está la ziudad al balcón donde está la Sra. Gobernadora, con dos criados, un alguacil y un portero…  



          Como se aprecia, la artística y coqueta Plaza Pública servía en aquella época para acoger los festejos taurinos, permaneciendo en este uso hasta poco después de finalizada la Guerra de la Independencia, fechas en las que debió aparecer el coso taurino de Puerta Aurora.

Este último coso y sus festejos, según distintas referencias tomadas de las hemerotecas digitales, tuvo una extraordinaria importancia en su tiempo, si bien su fábrica estaba ya maltrecha y anticuada a principios del XX, quedando prácticamente sin actividad en su cuarta década, demoliéndose por entonces. En las citadas hemerotecas hemos localizado multitud de referencias sobre los distintos eventos taurinos en él celebrados, con protagonismo obligatorio en las fiestas de Agosto y en la feria de San Mateos, hoy de San  Miguel (más información en llerenaeneltintero.blogspot.com). Especialmente nos hemos detenido en consultar algunas de las críticas taurinas, entre las cuales se ha escogido la correspondiente a la novillada celebrada el 10 de agosto de 1912, festejo en el que participaba como revulsivo el diestro Joaquín Fernández, alias Carrachito de Casas de Reina, novillero habitual en muchos de los eventos celebrados entre la primera y segunda década del novecientos.


Hoy, después de casi un siglo de ausencia de estos espectáculos, una nueva hornada de aficionado a la tauromaquia parece haberse instalado en Llerena, seguramente al socaire de la presencia de ganadería de reses bravas en la finca de Buenvecino, propiedad del popular matado Francisco Rivera Ordoñez, y en la denominada del cercado de Jubreçelada, esta última perteneciente al hierro de  Navalrrosal.


La proximidad de estos cornúpetas en los citados pastizales parece haber despertado el interés por el arte del Cuchares, surgiendo entre los naturales de Llerena tres toreros, que sortean como pueden las dificultades para hacerse con un sitio en este mundo tan competitivo de la tauromaquia. Nos referimos al matador Tomás Campos, y a los novilleros Jesús Díez y Tomás Angulo, a quienes saludamos desde este blogs, deseándoles éxitos y, sobretodo, larga vida.


Se completa el panorama taurino de Llerena con la reciente inauguración del pabellón multiuso, que, como tal, se ha acomodado a plaza de toros.


Hemos de felicitarnos por la inauguración del citado auditorio, con el deseo de que irrumpa con éxito en este mundo olvidado de la CULTURA, EN TODAS SUS MANIFESTACIONES, enriqueciendo espiritualmente a los llerenenses y comarcanos, en estos tiempos dominados por tendencias mercantilistas y populistas.

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