viernes, 5 de diciembre de 2014

LLERENA: EFECTOS DEL TERREMOTO DE LISBOA EN 1755


 


El temblor de tierra que nos ocupa tuvo lugar la mañana del día de Todos los Santos, localizándose su epicentro en el océano Atlántico, a unos 200 Km. al suroeste de cabo San Vicente. Conocidos los destrozos ocasionados, su magnitud debió estar entre 8 y 9 grados de la escala de Richter.

Los informes de la época indican que duró de tres minutos y medio a seis, según la fuente consultada, produciendo grietas gigantescas de cinco metros de ancho en el centro de ciudad de Lisboa, la más populosa y afectada de las que tenemos noticias. Cuarenta minutos después le siguieron tres tsunamis con olas de entre 6 y 20 metros que apoderaron del puerto y del casco antiguo, subiendo aguas arriba por el río Tajo.

En cuanto a las pérdidas humanas, en Lisboa, de una población de 275.000 habitantes, murieron unas 90.000 personas. Otras 10.000 perecieron en Marruecos, mientras que en Ayamonte fallecieron más de 1.000 personas, por citar algunos ejemplos.

En España, Fernando VI, una semana más tarde del triste suceso ordenó al gobernador del Supremo Consejo de Castilla la preparación de un informe sobre el terremoto. Para su confección se elaboró un cuestionario de ocho preguntas dirigidas a las personas de «mayor razón» de las capitales y pueblos de cierta importancia, con la recomendación de que contestaran lo más rápido posible para evaluar su incidencia en el reino.    

Se recibieron respuesta de 1.273 localidades, entre ellas la de Llerena, que se custodian en el Archivo Histórico Nacional. La documentación generada ha sido recopilada y publicada hace unos años por J. M. Martínez Solares en Los efectos en España del terremoto de Lisboa, Ministerio de Fomento, Madrid, 2001.

De este autor copiamos textualmente la información dada desde Llerena por don José de Tena y Cuenca, el alcalde mayor de la ciudad y su partido, el 27 de noviembre de 1755:

Ilmo Sr. (Obispo de Cartagena, persona comisionada por Fernando VII para este asunto):

En observancia de la Orden de V. I. de 8 de este mes, sobre que informe los estragos que causó el terremoto del día primero, así en esta ciudad como en los pueblos de su jurisdicción, debo informar a V. I. de lo que sigue:

Que a la hora de las nueve y tres cuartos de la mañana del referido día, estando en sus parroquias cantando la misas de tercias, sin haberse advertido señal alguna se oyó estruendo como de coches y, al mismo tiempo temblar la tierra, paredes de edificios, Iglesias y casas, tocarse por sí sólo el reloj que está en la torre de la mayor y Parroquia de Nuestra Señora Santa María de la Granada, Patrona de esta ciudad, que parecía se arruinaba todo, se acababa el mundo y perecían los fieles, mayormente cuando se vio que la dicha torre, que es fortísima y de mucha altura, ancha y muy hermosa y de las mejores de nuestra España se vencía de un lado a otro, y que el último cuerpo se precipitaba a la tierra, como la de la capilla del Señor San Juan Bautista, y otras obras, retablos y paredes.

Cada uno procuraba sólo, turbado, liberarse del riesgo, y clamar a la Divina Majestad, pidiendo misericordia, e implorando el auxilio de Nuestra Señora de la Granada. El cual terremoto duró como diez minutos

Y según informe de los prelados de los conventos se padeció la siguiente ruina: El convento de Santo Domingo, extramuros de la ciudad, se abrió la bóveda de la Capilla Mayor por cuatro partes, con diferentes rajas, los arcos torales, bóvedas, paredes colaterales, la de la fachada de la Iglesia con rajas, y esta última con dos de arriba abajo; tres paredes sentidas; está cuarteada la bóveda de la meseta de la escalera, y estalladas dos vigas y dos maderos.

El convento de San Francisco de la Regular Observancia, se halla abierta la bóveda de la Iglesia desde el testero de la puerta principal hasta el arco toral, y de allí adentro, el arco colateral de la media naranja de la Capilla Mayor, y tiene dos hiendas; y conmovidas las tijeras del temblor de las tejas; muchas paredes fuera de su lugar, y algunas sentidas con rajas; un tejado maltratado y todo el convento amenaza ruina, según informe del Guardián.

En el convento de San Sebastián, de la Orden Descalza de San Francisco se le cuarteó la bóveda de la portería; en la Iglesia, la pared maestra que cierra la media naranja se abrió por una esquina; la bóveda del coro quedó abierta por tres partes y el arco abierto por el medio y tercios. Por la parte exterior, la esquina que mira al mediodía se abrió por dos partes. La azotea, al salir del profundis, se quitó por medio, y los tejados de los desvanes quedaron maltratados y quebrado un madero. En el claustro alto, la pared correspondiente a la Iglesia se abrió por varias hiendas, y una tribuna que cae a la Capilla mayor se abrió por dos partes.

Los tres conventos relacionados están extramuros de la ciudad.

En el convento de Santa Clara de Religiosas Francisca, las bóvedas de su Iglesia se abrieron, se sintieron las paredes de adentro las más; y en la bóveda del coro se abrió una raja; en el compás, una pared; y en el dormitorio se quebraron dos maderos.
 

En el convento de monjas de Santa Isabel, de la misma Orden, se abrieron dos rajas en las bóvedas de la Iglesia y Coro alto, dos paredes del dormitorio y otros dos de los graneros se corrieron. Lo mismo le sucedió a las bóvedas de una grada alta.

Además de lo expresado se registraron en varias casas y calles de esta Ciudad diferentes paredes con hiendas, y sentidas, pero por la bondad infinita de Dios, e intercesión de la Reina de los Ángeles María Santísima de la Granada, no se experimentó muertes ni heridas de persona alguna, caída de templos, casas, ni otros edificios procedidas de dicho terremoto, atribuyéndolo con sana fe estos naturales y vecinos a milagro de la Soberana Reina, que es su asilo y protectora en todas su aflicciones.

Y, en hacimiento de gracia se celebró novenario por todas las comunidades de esta Ciudad y, en el último día, procesión general con la solemnidad mayor y en la Capilla (de San Juan Bautista) donde Su Majestad está colocado, aunque estrecha por estar su Iglesia derribada desde el año de 1746, que por falta de interés sólo se ha reedificado un tercio.

Dios guarde a V. I muchos años.

 

Al margen del informe oficial, de las Actas Capitulares del Ayuntamiento de Llerena hemos entresacado otras referencias interesantes sobre el temblor, que intentamos contextualizar en el marco temporal que nos ocupa.

Llerena estaba entonces iniciando esa eterna etapa mortecina con la que se ha identificado durante algo más de dos siglos, sólo aliviada por la complacencia nada constructiva de acogerse a su histórico pasado. Acababa de salir de un concurso de acreedores sobre sus propios y rentas, justamente cuando su antigua aldea de Maguilla iniciaba los trámites de separación, llevándose consigo un extraordinario término y dejando al concejo con una deuda de 836.000 reales, cuyos réditos anuales, 25.086 reales, consumían la mayor parte del presupuesto concejil. Luchaba la ciudad por recortar la superficie del término asignado a Maguilla y por redistribuir la deuda entre ambas entidades, gastándose cuantiosa suma en pleitos perdidos.

Al margen de esta importante circunstancia, agravada por una considerable deuda con la hacienda real, en 1755 estaba la ciudad involucrada en dos costosas obras públicas: la reedificación de la mayor parte del actual templo de Santa María de la Granada (sólo se respetó el camarín, construido 50 años antes, la espléndida torre, con escasos 200 años y la soberbia capilla de San Juan Bautista) y la construcción del cuartel de caballería ubicado frente a la Puerta de Montemolín (solar hoy ocupado por el colegio público Suárez Somonte). En ambas obras, la ciudad tuvo que colaborar con importantes cantidades.

Desde luego, considerando el terremoto que nos ocupa, el derribo en 1747 de la vetusta fábrica del templo medieval dedicado a Nuestra Señora de la Granada fue providencial. Si alguien quiere ver en ello la protección de Nuestra Señora de la Granada, éste sería el caso, pues de  haber estado en pie un día tan señalado (festividad de Todos los Santos de 1755) y a la hora de misa de tercia, muchos llerenenses hubiesen sucumbidos ante el inevitable desplome de tan ruinoso templo. Sin embargo, los daños del terremoto tuvieron escasa incidencia en la ciudad, reducidos a grietas en los edificios más antiguos y esbeltos (conventos), según quedó recogido en el informe oficial que precede.
 
La reedificación del templo de la Granada avanzaba lentamente (en 1755 sólo había alcanzado un tercio de la posición de cornisas) ante la escasez de medios materiales. De ello se quejaba el maestro arquitecto de entonces, Francisco Pérez Cano, además de los alarifes mayores del concejo (Agustín de Robles e Isidro Julián Delgado) y de Rosendo Álvarez, el cantero (AMLL, Sec. AA.CC. lib. de 1751, fotograma 296 y ss. y 301 y ss. de la edición digital).

Naturalmente, el terremoto del día de Todos los Santos tuvo repercusión en el Ayuntamiento, cuyos capitulares, en la sesión del 7 de noviembre siguiente, tomaron razón del mismo (AMLL, Sec. AA.CC., lib. de 1755, fol. 78, fot. 155). En concreto, recogieron en el acta de la sesión citada un recado del Sr. Provisor, por el que invitaba al cabildo concejil a una misa cantada a celebrar al día siguiente en la capilla de San Juan Bautista. Con este acto se pretendía dar gracias a Dios Nuestro Señor y a la Reina de los Ángeles, María Santísima Madre de Dios y Señora Nuestra de la Granada, por haber librado a la ciudad y a sus vecinos de los estragos del terremoto o temblor de tierra acaecido el pasado día de Todos los Santos, a las diez de la mañana, en misa de tercias. Visto el recado, el cabildo acordó asistir a la citada misa cantada, con el protocolo y preeminencias correspondientes.

Días después, el 12 de noviembre fue el cabildo concejil, reunidos en sesión capitular (AMLL. Sec. AA.CC., lib. de 1755, fol. 80, fot. 163), la institución que propuso continuar con la acción de gracias, proponiendo la celebración de una misa cantada y procesión general de Nuestra Señora de la Granada, a celebrar la tarde del 16. Para ello, enviaron comisiones con la finalidad de invitar a las comunidades eclesiásticas asentadas en la ciudad, como solía ser perceptivo, en una ciudad con tanto refinamiento protocolario.

El 3 de diciembre inmediato, nuevamente encontramos referencias sobre el terremoto en las actas capitulares, en esta ocasión a instancia de las tres comunidades de señores sacerdotes asentadas en la ciudad (la de la Granada, la del Sr. Santiago y la de San Juan Bautista), que fueron recibidas en el Ayuntamiento con el protocolo establecido. Allí, dentro de la sala capitular, las comunidades citadas propusieron al cabildo concejil la conveniencia de celebrar todos los años en el día de Todos los Santos una misa cantada en agradecimiento a Dios y a su Santísima Madre, Nuestra Señora de la Granada, por cuya intercesión se libró la ciudad de los estragos del terremoto; es decir, otra fiesta votiva de las muchas existentes en el calendarios festivo y religioso de la ciudad. Oída la propuesta, el cabildo concejil se sumó a la iniciativa, tomando nota de ello en el Libro de Razón correspondiente, para que de ello quedara constancia en futuras generaciones.

 

 

 

 

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