(Art. publicado en La Revista de Feria y Fiestas, Llerena, 2010)
Enlazando con los artículos publicados en las dos últimas entregas de esta revista (“Llerena en1808”
y “Llerena en 1809” ),
abordamos a continuación los sucesos acaecidos en esta ciudad durante 1810. Para
ello, nuevamente nos encontramos con las dificultades ya presentadas en la
elaboración de los dos artículos anteriores; es decir, la total ausencia de
documentos relativos a la Guerra de la Independencia en los expoliados archivos
de Llerena[1] y el carácter genérico e
inespecífico de las informaciones dadas sobre la citada ciudad en las grandes
obras y cronicones publicados sobre dicha guerra. Por ello, y como en los casos
anteriores, hemos de basarnos en datos recogidos en los archivos municipales de
tres de los pueblos del entonces partido de Llerena (Guadalcanal, Valencia de
las Torres y Valverde de Llerena), donde se localizan esporádicos decretos y
órdenes recibidas a través de Llerena y procedentes de la Junta Superior (órgano
colegiado que ostentaba la máxima autoridad del reino), de la Junta Suprema de Extremadura (órgano
colegiado de rango inferior al anterior y que se encargaba más directamente de los
asuntos de la guerra en esta provincia) y de los cuarteles generales del
ejército español, además de las instrucciones y otras normativas en las que
entendía la Junta Patriótica de Llerena, subsidiaria de las anteriores.
Enlazando con los artículos publicados en las dos últimas entregas de esta revista (“Llerena en
Antes de adentrarnos en 1810, parece necesario resumir lo ya relatado
sobre Llerena entre el 2 de Mayo de 1808 y finales de1809:
-
En primer lugar, hemos de considerar que en esta
ciudad, como cabecera de un amplio partido, se había constituido una Junta
Patriótica a primeros de Junio de 1808, con facultades políticas y
administrativas en la misma y en los 45 pueblos del partido que encabezaba.
-
Que en el desarrollo de sus competencias, la citada
Junta Patriótica (constituida mayoritariamente por miembros del clero, de la
inquisición y de las familias llerenenses más poderosos) se encontró con la
declarada enemistad, enfrentamientos por asuntos de competencia y, en
ocasiones, rebeldía del gobernador de turno (primero Camborda y después Muñoz
Santiago), su alcalde mayor (Amat) y de la práctica totalidad de los regidores
perpetuos llerenenses, representados y encabezados por Matías Cebrián. Ya en
1810, estos desencuentros hemos de centrarlos muy especialmente en el pulso que
mantuvieron el inquisidor Riesco[2], como presidente de la
Junta Patriótica de Llerena, y el gobernador Muñoz Santiago, quitándole el
primero al segundo el patronazgo y los derechos pecuniarios inherentes a la
obra pía instituida por el capitán
Fernández Barba a finales del XVII[3].
-
Por último, resaltar que hasta la primavera de 1810
los llerenenses sólo habían conocido y sufrido los efectos indirectos de la
guerra (reclutamiento de soldados, impuestos extraordinarios, petición de
avituallamientos para la tropa…), pero no los directos, pues durante la
invasión francesa que sufrió una parte del partido de Llerena en la primavera
de 1809, los gabachos no llegaron a entrar en la ciudad.
Sobre esta última cuestión sabemos que los franceses se retiraron de las
proximidades de Llerena en Mayo de 1809, centrándose a partir de entonces los
acontecimientos bélicos más notables en Portugal y en el norte de la Península. Pero a principios
de 1810, controlada por los invasores la práctica totalidad de la zona septentrional
de España, el pesimismo se apoderó de nuestros antepasados, una vez conocidas
las intenciones del enemigo por ocupar Extremadura y Andalucía, operaciones que
acometieron con extraordinario éxito y sin apenas resistencia. En efecto, los gabachos
avanzaron desde zonas más norteñas decididamente sobre Extremadura, bajo el
mando del mariscal Massena, apoderándose de Olivenza el 22 de Enero e iniciando
el cerco a Badajoz el 26 de dicho mes. Al mismo tiempo, el 20 de Enero y bajo
el mando del mariscal Soult, los invasores penetraron por Despeñaperros, ocupando
sin apenas resistencia la totalidad de Andalucía en menos de un mes, salvo el
fortín de Cádiz, que nunca llegaron a controlar. Concretamente y en lo que más
afectó a Llerena, el primero de Febrero los franceses se apoderaron de Sevilla,
pero no se conformó Soult con esta ocupación, sino que puso sus ojos inmediatamente
sobre Cádiz (ciudad a donde definitivamente tuvo que trasladarse la Junta Central
Suprema del Reino y que ya quedó cercada el 6 de Febrero) y sobre la plaza
fortificada de Badajoz, enclave ya sitiado desde zonas norteñas por Massena y
que resistía heroicamente al acoso francés. Fue, por tanto, a partir de esta fecha cuando empezó a actuar
por nuestra zona el 5º Cuerpo del ejército francés o del Mediodía, cuyos
efectivos atravesaban reiteradamente las tierras del partido de Llerena por
diferentes rutas para, desde Sevilla, reforzar el cerco de Badajoz.
En definitiva, las comarcas sureñas de la actual provincia de Badajoz se
convirtieron por entonces en una zona de paso para la columna móvil francesa, en
su continuo desplazamiento entre Sevilla y Badajoz, deteniéndose en los pueblos
de la ruta sólo para repostar, avituallarse y descansar. En ese continuo
discurrir, tanto en un sentido como en el contrario, los franceses utilizaron indistintamente
dos vías confluentes en Zafra: una por Cantillana, Constantina-Cazalla,
Guadalcanal, Llerena y Zafra para proseguir hasta Badajoz o viceversa, y la
otra por el Ronquillo, Santa Olaya, Monesterio, Fuente de Cantos y Zafra. Sobre
este particular, Gómez Villafranca nos ofrece una serie de documentos que
demuestran este tráfico continuo y, además, nos confirma que no fue fácil para
los franceses, pues con frecuencia fueron incomodados por la guerrilla
española, nunca en forma de batalla abierta, pero sí mediante acciones
puntuales de sorpresa[4].
Naturalmente, estas circunstancias ocasionaron grandes perjuicios a las
poblaciones afectadas, pues en su paso los invasores requerían cuantos suministros
necesitaban. No obstante, es preciso advertir que en los primeros meses de 1810
lo prioritario para el ejército francés del Mediodía fue el cerco de Badajoz,
la defensa de Sevilla y el acoso a Cádiz, no teniendo en absoluto la menor
intención de dispersar sus efectivos ocupando y supervisando la gobernación de Llerena
y de los pueblos de las rutas descritas, ni la de los que les eran próximos. Esta
actuación se constata al comprobar que dichos pueblos seguían mayoritariamente con
su rutina administrativa, recibiendo órdenes y decretos de las distintas
administraciones españolas a través de Llerena, como si no estuviese ocurriendo
nada en sus alrededores. Por ejemplo, en los archivos municipales de los
pueblos consultados encontramos entre Enero y finales de Abril de 1810 actas de
plenos capitulares redactadas en papel acuñado con el sello de Carlos IV,
aunque con la correspondiente convalidación para el reinado de Fernando VII,
además de proclamas en defensa del soberano, la religión y la patria, así como cuadernos
de órdenes y decretos recibidos a través de Llerena. Gracias a estos documentos
se constata indirectamente la presencia de la administración española en Llerena y los pueblos de su partido, al menos hasta
los primeros días de Mayo del año que nos ocupa (Docs. nº 1, 2 y 3)
A partir de esta última fecha los franceses, cambiando de táctica,
decidieron tomar y asentarse en los pueblos que más le convenían. Así, en el
caso concreto de Guadalcanal, desde el 11 de Mayo la administración francesa
determinó gobernar dicha villa según su propia legislación, de tal manera que
en las actas capitulares de esta villa santiaguista y extremeña aparecen
reflejados continuos y asfixiantes requerimientos de dinero, equipamientos,
comidas y medios de transporte para los ejércitos franceses, circunstancias de
lo que respetuosamente se quejaban los miembros del Ayuntamiento, haciéndose
eco de las airadas protestas de la vecindad.
Y esta situación es la misma que suponemos para Llerena y otras
poblaciones de su partido hasta la primavera de 1812, fecha en la que los
franceses abandonaron definitivamente esta zona. No obstante, la ocupación enemiga
durante 1810 no fue perfecta o plena, pues existieron determinadas fechas en
las que, bien por que les convenía -de acuerdo con sus tácticas y estrategias-
o por que se vieran forzados a ello ante la presión de los aliados (la coalición,
cada vez más comprometidas, de españoles, ingleses y portugueses), los
franceses abandonaron en repetidas ocasiones la ciudad, tal como intentamos
poner de manifiesto con los documentos que se adjuntan como anexos.
En efecto, entre Mayo y Septiembre de 1810 no encontramos en los
archivos municipales de los pueblos del partido de Llerena órdenes españolas tramitadas
desde Llerena. Por lo tanto, no sólo esta ciudad sino la mayor parte de la zona
sur, central y oriental de la actual provincia de Badajoz debió estar ocupada
por los franceses, que intencionadamente permanecieron por aquí para aprovechar
la época veraniega y hacer acopio de cereales y paja, sin que por ello dejase de ser incordiados por
efectivos de los aliados.
Fruto de esta presión, y demostrando la ya anunciada ocupación imperfecta
u ocasional de la ciudad por parte de los franceses, tenemos referencias de que
en Llerena existió un paréntesis intermedio, concretamente durante la primera
quincena de Julio, fechas en las que los pueblos de la zona que nos ocupa
quedaron nuevamente bajo la administración española, que se gobernaban
siguiendo las instrucciones, órdenes o decretos recibidos desde Llerena (Doc.
nº 5) Estas disposiciones principalmente tenían como finalidad reclutar
soldados y exigir dineros y enseres para sus avituallamientos[5], objetivos que no pudieron
cumplirse, pues a principios de Agosto ya estaban otra vez los franceses por la
zona, emprendiendo cierta acción en Fuente de Cantos (1/08/10)[6] y reinstalándose en Llerena.
Y en esta ciudad permanecieron hasta recibir refuerzos de Sevilla con miras a
cortar el paso al ejército español denominado de la izquierda, que bajo el
mando del marqués de la Romana
pretendía por aquellas fechas y desde Extremadura atacar y liberar la ciudad
hispalense. Sin embargo, los franceses, conocedores de estas intenciones, entendieron
que les era mejor defender a Sevilla en Extremadura, provocando el encuentro del
11 de Agosto en Cantalgallo, en las proximidades de Llerena. Esta batalla, junto
a la de la Albuera ,
fue una de las más cruentas de las emprendidas en la Baja Extremadura , sorprendiendo
y derrotando los franceses a los más de diez mil efectivos españoles comandados
por el marqués de la Romana
y los generales Ballesteros, Cuesta, Imaz y Mendizábal, que todos ellos
estuvieron implicados en la derrota (Doc. nº
6)[7].
Poco después, confirmando la superioridad enemiga en las batallas a
campo abierto, el 14 y 15 de Septiembre volvieron a derrotar a los españoles y
aliados en Fuente de Cantos[8], circunstancia que determinó
la retirada de la coalición de la zona, yendo unos efectivos hacia el oeste y
la mayoría, al mando del marqués de la Romana , hacia Portugal, a donde acudieron para
apoyar a ingleses y portugueses en la defensa de la línea de Torres Vedrás. Siguieron
sus pasos los franceses, centrándose, por lo tanto, la confrontación en
Portugal y en el eterno asedio a Badajoz. Esta circunstancia motivó un nuevo
desalojo de Llerena y su zona de influencia por parte del enemigo, siendo Matías
Cebrián López (uno de los regidores perpetuos díscolo y crítico con las
actuaciones de los miembros de la Junta
Patriótica , a los que desautorizó aliado con los otros
regidores perpetuos y con Antonio Muñoz, el gobernador) quien se hizo con el
poder en la ciudad, circunstancia de la que hacía gala cuando trasmitía ordenes
superiores a los pueblos del partido, en calidad “de la omnímoda real
jurisdicción de Llerena y su partido, por legítima elección”[9] (Docs. nº 8 y 11).
A juzgar por los decretos tramitados y firmados por Matías Cebrián,
parece ser que desde finales de septiembre de 1810, y hasta finales de
Diciembre de 1810, Llerena y la práctica totalidad del partido quedó nuevamente
bajo la administración españolas, circunstancia que se aprovechó para seguir
insistiendo en el reclutamiento y alistamiento iniciado en los primeros días de
julio que, como ya se dijo, no pudo llevarse a cabo por la inmediata
reocupación francesa. Igualmente se aprovechó la ausencia del enemigo para
solicitar más avituallamiento para la tropa, “teniendo atención a que los valientes
soldados no deben carecer de lo necesario y teniendo en cuenta que los pueblos
que lo sostienen (donde estaba en cada momento el cuartel general y las
distintas divisiones) padezcan lo menos… por ello se ha elaborado un plan con
toda meticulosidad para que todos los pueblos del partido de Llerena
contribuyan y no sólo donde están los cuarteles, excluyendo por ahora a varios
de ellos por los perjuicios que les han causado nuestros pérfidos enemigos, los
que he visto y han excitado mi compasión… los pueblos, con los medidas que
estimen oportuna trasportarán un día para tres las raciones asignadas, y no
distraerse continuamente en sus labores. Y los de Guadalcanal, Valverde de
Llerena, Ahillones, Berlanga, Azuaga, Granja, Magulla y Campillo harán una remesa
anticipada de ocho días y, concluyendo esta seguirán con el mismo orden…[10]”
La situación de Llerena durante el otoño de 1810 fue algo más complicada
de lo indicado en el párrafo anterior, pues en determinados momento tuvieron
que soportar la presencia de los franceses (Docs. nº 9 y 10). Es decir, los enemigos
no se retiraron de la zona plenamente, sino que, aunque con pocos efectivos,
siguieron desplazándose entre Sevilla y Badajoz, incomodando en determinadas
ocasiones al vecindario de los pueblos de la ruta.
Para finalizar, anticipándonos a los acontecimientos de 1811, hemos de
advertir que la relativa tranquilidad
que afectó a Llerena y al resto de los pueblos del partido durante el otoño de
1810 cambió bruscamente al iniciarse 1811. En estas fechas el mariscal Soult
penetró en Extremadura, desde Sevilla, con dos objetivos: tomar de forma
definitiva la ciudad fortificada de Badajoz, sitiada prácticamente sin
interrupción desde Marzo de 1810, y atraerse así a parte de los efectivos
españoles que en la línea defensiva de Torres Vedrás contenían a la fuerzas de
Massena en su intento de apoderarse de Lisboa”[11].
El primero de los objetivos se
consiguió el 11 de Marzo de 1811, tras la polémica rendición de la exhausta
ciudad de Badajoz, paradigma de la resistencia española y cuya capitulación
representó un golpe de efecto que facilitaría el control francés de la mayor
parte de Extremadura, como así fue hasta finales del verano de 1812.
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DOCUMENTOS ANEXOS:
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DOCUMENTOS ANEXOS:
Doc. nº 1: Un ejemplo de las numerosas órdenes
remitidas a Llerena por la superioridad, que en forma de decreto se mandaba a
los pueblos de su partido, a Guadalcanal en este caso. Está fechado el 29 de
enero de 1810, siendo éste el último de los decretos firmado por la Junta
Patriótica local. A partir de esta fecha, y a lo largo del resto de 1810, sería
Muñoz Santiago (hasta finales de Abril) o
Matías Cebrián quienes firmasen los decretos.
Doc. nº 2: La Junta Suprema de Extremadura, de la que formaba parte el
inquisidor Riesco, toma medidas contra
los extremeños tolerantes con los
invasores.
Doc. nº 3 (28/04/1810) Una de las últimas intervenciones de Muñoz
Santiago antes de huir, en este caso formando parte de una declaración jurada
relacionada con el pleito que mantuvo con el inquisidor Riesco por el
patronazgo y emolumentos de la Obra Pía de Fdez. Barba.
Doc. nº 6: Breve informe del
general Mendizábal al marqués de la Romana sobre la batalla de
Cantalgallo, el 11 de Agosto de 1810, a las 23 horas y
desde Calera de León
Doc. nº 7: Real Provisión de José I animando a los soldados extremeños a
desertar (Septiembre, 1810)
[1]
Existe un vacío documental absoluto de más de cincuenta años consecutivos,
entre ellos los correspondientes a la Guerra de la Independencia.
[2]
Riesco, el inquisidor decano, pasó a presidir la Junta Patriótica de Llerena,
responsabilidad que compartió con la inherente al cargo de miembro de la Junta
Suprema de Extremadura y, a partir de Septiembre de 1810, como diputado en las
Cortes Constituyentes de Cádiz, junto al fuentecanteño Casquete del Prado,
miembro igualmente de la Junta Patriótica de Llerena y primer obispo-prior
perpetuo de la Orden de Santiago.
[3]
La obra pía del capitán Fernández Barba y su administración es una de las
circunstancias más importantes a considerar para analizar y comprender una
buena parte de la Historia de Llerena, como así lo entendí en 1998, cuando
publique un artículo en esta misma revista titulado “El capitán Diego Fernández
Barba, un llerenense generoso del XVII”.
[4]
GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura en la
Guerra de la Independencia. Memoria histórica y colección diplomática, 2
Tomos. Badajoz, 1908
[5]
AMVT, leg. 91.
[6]
AHN, Diversos-Colecciones, 87, N. 15. Ligero
parte de la acción de Fuente de Cantos que el general Vallesteros remite al
Marqués de la Romana …
1º de Agosto (Fuente Cantos)
[7] Pasamos
de puntilla sobre este importantísimo asunto pues, bajo este mismo título, ya
tuve la oportunidad de escribir en las páginas de esta revista (Agosto de
2008), tomando como referencia el AHN
(Diversos-Colecciones, 88, N. 16). Para este asunto en concreto, y para el
artículo en general, también puede consultar la opinión de GUTIÉRREZ BARBA, A.
(Llerena y su partido en la Guerra de la
Independencia, Llerena, Octubre de 2008) y también mi blogs
“manuelmaldonadofernandez.blogspot.com”
[8]
AHN, Diversos-Colecciones, 87, n. 15. Acción
dada por el general de la
Carrera en Fuente de Cantos el 14 y 15 de Septiembre de 1810.
Más información en GUTIÉRREZ BARBA, A. “La Guerra de la Independencia en
Fuente de Cantos”, en Actas de las
Jornadas, Fuente de Cantos, 2008.
[9]
AMVT, Leg. 91.
[10]
En el documento anterior. Concretamente, Valencia de las Torres debería llevar
al Cuartel de Zafra 2 fgas. de harina, 4 cabezas de ganado menor y 12 fanegas
de cebada. Por otra parte, diariamente al Cuartel de Fuente de Cantos debía
proporcionar 48 libras
de carne, 48 raciones de pan, 6 fanegas de cebada y 30 cargas de paja.
[11]
LÓPEZ FERNÁNDEZ, M. “El inicio de la invasión francesa por el sur de
Extremadura en 1811” ,
en Revista de Estudios Extremeños, T.
LXI-II, Badajoz, 2005.
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