LOS
ASCENDIENTES DE JOSE IGNACIO DE FIGUEROA
La hidalguía nobiliaria de los
Suárez de Figueroa es muy antigua e incuestionable. Historiadores especialistas
en la casa del condado de Feria-Medinaceli sitúan su origen en tierras
gallegas, desde donde en tiempos de la conquista de la actual Extremadura se
incorporaron a los ejércitos de Alfonso IX y Fernando III, ayudándoles de forma
decisiva en sus campañas militares. Fernando III y sucesores le recompensaron tal
ayuda, cocediéndole paulatinamente en régimen señorial la mayor parte del
territorio de lo que en su día fue el ducado de Feria.
El linaje de los Suárez de Figueroa
ha sido objeto de innumerables estudios, dada su importancia en el contexto
nacional y los pleitos mantenidos por su tenuta a lo largo de su dilatada
historia. Aparte del mayorazgo y señorío del ducado de Feria, del que fue su pilar
principal don Lorenzo Suárez de Figueroa, XXXIV maestre de la Orden de Santiago
(1387-1409), por la zona de Extremadura se establecieron distintas ramas
secundarias de este linaje. Una de ellas fue la de los Majarrés-Figueroa, cuya
descendencia se extendió por el territorio del partido histórico de Llerena, encontrándoles
avecindados en Medina de las Torres, Azuaga, los Santos…
La rama genealógica que más
nos interesa en este estudio se instaló definitivamente en Llerena a partir de
1583, ciudad donde en 1808 nació el protagonista del estudio que nos ocupa, don
José Ignacio de Figueroa y Mendieta. Precisamente tomamos la fecha de 1583 para
desentrañar algunos aspectos sobre la ascendencia de don José Ignacio, porque
en aquellas fechas surgió un interesante pleito de hidalguía a instancia de uno
de ellos, en concreto de don Lorenzo Majarrés-Figueroa y Delgado. En efecto, en
1583 Ia llerenense Isabel Delgado, viuda de Lorenzo Majarrés-Figueroa (Medina
de las Torres, 15¿?-15¿?), solicitó del Concejo, Justicia y Regimiento de la
entonces villa de Llerena su inscripción como vecina. Le acompañaba su joven y
único hijo, don Lorenzo Majarrés-Figueroa y Delgado (más adelante capitán y
regidor perpetuo de la ciudad), llerenense de nacimiento, para el que inmediatamente
solicitó su registro en el libro de hidalgos de Llerena.
Y a cuenta de esta petición
surgió el problema, pues la hidalguía implicaba, aparte de ciertas
preeminencias protocolarias, la exención en el pago de algunos de los impuestos
y tributos reales y concejiles, recayendo la parte alícuota del hidalgo exento sobre
el resto del vecindario, dado que los servicios reales se distribuían por
encabezamiento concejil, al que contribuía cada vecino pechero con la parte proporcional
que le correspondiera en función de su hacienda. Naturalmente, el concejo llerenense
le denegó tal pretensión, alegando que desconocían los antecedentes familiares del
pretendiente, que quedaba obligado a demostrar documentalmente su aspiración.
Esta negativa dio pie a un
pleito por hidalguía ante la Sala de Hijosdalgo de la Real Chancillería de
Granada, según hemos podido constatar tras la lectura de la lujosa y costeada Carta
de Hidalguía despachada por la citada audiencia en favor de don Lorenzo Majarrés-Figueroa
y Delgado, carta que resulta imprescindible para levantar el árbol genealógico
de la rama de los Figueroa que nos ocupa.
En sus dos primeras páginas podemos
comprobar el lujo de la copia de la carta de hidalguía citada, que pone de
manifiesto la saneada hacienda del aspirante y litigante. Como muestra, se
exponen a continuación sus dos primeros folios:
(Iconografía que parece recoger a los
soberanos orando ante una imagen de la Virgen)
(Se
recoge en esta otra iconografía a Santiago Matamoros y, en la parte inferior,
el escudo familiar, con las armas de los Majarrés, Figueroa, Villalobos y
Moscoso)
En efecto, el caso de la
pretendida hidalguía de don Lorenzo Majarrés-Figueroa Delgado, como litigante,
pasó ante la sala citada y oidores de Granada, donde en 1598 resolvieron en favor
de don Lorenzo y en contra del Concejo de Llerena. Para ello, el pretendiente,
representado por su procurador, aportó una serie de testigos, todos naturales
de Medina de las Torres (donde principalmente se asentaba la hacienda y
mayorazgo del aspirante) y septuagenarios, por lo que algunos decían haber
conocido a los padres, abuelos y bisabuelos del litigante y aspirante, además
de haber oído hablar de los rebisabuelos.
Así, en la probanza todos los
testigos se identificaron como vecinos pecheros de Medina, dando cuenta de su
profesión y edad, manifestando que don Lorenzo Majarrés-Figueroa Delgado había
nacido en Llerena, de donde era natural su madre, Isabel Delgado, aunque la
infancia la había vivido en Medina, hasta la reciente muerte de su progenitor. Por
esta circunstancia, conocían al litigante.
En primer lugar, tras el
pertinente juramento, se recoge el testimonio de Alonso Fernández Herrador,
pechero y vecino de Medina de las Torres. En favor de la validez de sus
testificación jugaba su avanzada edad (75 años decía tener) y el hecho de haber
ejercido como escribano en Medina. Así,
manifestaba que por su edad había conocido personalmente al litigante, a su
padre (Lorenzo Majarrés-Figueroa y Mesía), a su abuelo (Lorenzo Majarrés y
Suárez de Figueroa) y a su bisabuelo (Luis de Majarrés y Figueroa). No llegó a
conocer al tatarabuelo, Rodrigo de Majarrés de Aragón, pero, como personaje importante
que fue dentro del contexto de la Orden de Santiago y su provincia de León en
la actual Extremadura, había oído decir que ostentó el hábito de la Orden de
Santiago y el título de comendador de Medina de las Torres (1477) y Azuaga
(1483), circunstancias que eran de dominio público. Añadía al respecto, que
todos los citados habían vivido y morado en Medina, donde acumulaban una
importante hacienda, faltando sólo de la villa cuando iban a cobrar las rentas
de los bienes raíces que poseía en la villa de los Santos. Respecto al linaje
familiar, afirmaba que “procedían de casta y generación de caballeros muy
notorios e hidalgos (…) e venían e descendían de la casa del Duque de Feria e
de la casa de Majarreles e de la casa de
los Villalobos e Moscoso (…) y habían hecho demostración de venir de las dichas
casas en los reporteros y en los entierros que tenían en la capilla mayor de la
dicha Iglesia de la dicha villa de Medina de las Torres”, cuyos escudos
señoriales formaban parte del de los Majarrés-Figueroa-Moscoso-Villalobos,
según se recoge en los primeros folios de la Carta de Hidalguía que nos ocupa:
Según el testigo que nos
ocupa, el cuarterón superior izquierda (cinco paneles en campo rojo)
correspondía a los Majarrés. El superior derecho (cinco hojas de higuera en
campo amarillo) a los Figueroa. Abajo, suponemos, porque no lo explica, a la
izquierda el de los Moscoso y a la derecha el de los Villalobos.
Concluía y reforzaba su
testimonio afirmando que en Medina nunca pagaron pechos, circunstancias bien
conocida por el testigo, por su condición de escribano de la villa durante años,
manifestando que no había encontrado inscrito en ningún padrón antiguo de
pechero a los antecesores del litigantes, y, por lo contrario, sí los había
visto registrados en numerosos documentos como alcaldes ordinarios y regidores
del concejo de Medina por el estamento noble.
El segundo de los testigos decía
llamarse Bartolomé García Potrero, pechero de 73 años y persona cualificada por
no tener relación de parentesco con el litigante. A lo dicho por el primer
testigo, aportaba algunos datos genealógicos decisivos, al afirmar que había oído
decir que don Rodrigo Majarrés (rebisabuelo del aspirante, caballero del hábito
de Santiago, comendador de Medina y de Azuaga y, al parecer, fundador en Medina
de las Torres del mayorazgo familiar), casó con doña Mencía Suárez de Figueroa,
de la casa del duque de Feria, de cuyo matrimonio nació don Luis de Majarrés,
que casó con doña Leonor Mesía, estos últimos padres de don Lorenzo
Majarrés-Figueroa y Mesía, abuelo del aspirante. Sobre los Manjarreles o Majarreles, añade que procedían de Aragón, según tenía
entendido, y que el primer caballero de este linaje que se incorporó a estas
tierras santiaguistas llegó acompañando al Rey de dicho Reino (don Fernando,
padre del infante don Enrique, maestre de la Orden de Santiago a partir de 1407),
asentándose en Jerez de los Caballeros.
Rodrigo Delgado, clérigo
presbítero, vecino de Medina y de 64 años, fue el tercero de los testigos
presentados. Refiere lo ya comentado por los que le precedieron, añadiendo, por
su condición de clérigo, que los antecesores del litigante se casaron según
mandaba la Santa Madre Iglesia, siendo todos hijos legítimos y criados en sus
respectivas casas de moradas. Añadía que don Luis y don Rodrigo Majarrés
estaban enterrados en el monasterio de dominicos de Santo Domingo del Campo,
ubicado a media legua de la villa de Medina “la qual capilla e entierro estaba
dotada de muchas rentas y se dezían seys missas en cada semana”. Concluyó confirmando
la pureza de sangre del linaje, que en ningún momento fue cuestionada por la
Inquisición.
Siguen tres testigos más, que
nada nuevo aportan a lo ya recogido, concluyendo el expediente de hidalguía con
el fallo de los oidores de la Real chancillería de Granada, quienes, tras la
iconografía de Felipe II, sentenciaban así:
Que
debemos mandar y mandamos que a don Lorenzo Majarés-Figueroa se le an de guardar
todas las honrras, franquicias y libertades y exsenciones que se suelen
acostumbrar y guardar a los otros hombres hijosdalgos (…) y debemos condenar y
condenamos al dicho Concejo, Justicias y Regimiento de la dicha villa de Llerena
(…) a que agora y de aquí adelante no le hechen ny repartan pedidos ny moneda
ny servicios ny otros pechos ny tributo
alguno, reales ny concejales… , todo ello definitivamente firmado en Granada a…
Hasta aquí, el análisis de la
carta de hidalguía de don Lorenzo Majarrés-Figueroa y Delgado, redactada con
todo lujo de detalles, resaltado los dos lujosas láminas que preceden, aparte
del inicio con letra capitular de cada uno de sus apartados y una iconografía
de Felipe II. La lujosa carta se encuentra localizada en la Biblioteca Nacional
de Madrid (Mss. 9.052) y, suponemos, en muchas ocasiones habrá sido consultada
para determinar la genealogía de esta linajuda e importante familia llerenense,
con conocida ascendencia nobiliaria y una extraordinaria proyección en el mundo
de las finanzas y de la política en los siglos XIX y XX.
Para confirmar y completar la genealogía,
nos hemos asomado a las frecuentes páginas webs que tratan sobre este aspecto.
Así, don Adolfo Barredo, en su “Nobiliario de
Extremadura” manifiesta que el linaje de los Manjarrés o Majarrés procede de la
localidad riojana de Manjarres,
cuyo nombre tomaron los progenitores de las familias hoy así apellidadas. Una
rama de este apellido pasó a repoblar Jerez de los Caballeros, lugar de donde
derivaba el don Rodrigo Majarrés que a mediados del siglo XV enlazó con una
rama segundona de los Suárez de Figueroa, fundando mayorazgo en Medina de las
Torres, según ya hemos relatado.
Alfonso de
Figueroa, en su obra “Familias Españolas”, añade que los primeros Majarrés o Manjarrés
eran descendientes de la Casa Real de Aragón. Aparte, por distintas fuentes
genealógicas se confirma que Rodrigo Majarrés de Aragón (nacido en Jerez de los
Caballeros sobre 1425) fue comendador de Medina (1477) y Azuaga (1489),
fundando un mayorazgo con sus posesiones en Medina de las Torres y los Santos
de Maimonas. Estuvo casado con doña Mencía Suárez de Figueroa, que, al
parecer, fue hija del conde de Feria, don Gómez Suárez de Figueroa (y Mesías) y
de doña Elvira Lasso de la Vega, de donde el linaje tomó el apellido cabecero
de Figueroa, que se mantiene en la actualidad (otros opinan que pudiera ser
hija de don Pedro Suarez de Figueroa y doña Blanca Sotomayor, en cualquier caso
del linaje Suárez de Figueroa). Para concluir con la biografía de don Rodrigo,
el marqués de Siete Iglesias (Vargas-Zúñiga, A. Alonso de Cárdenas, último maestre de la Orden de Santiago, nota
23, Sevilla, 1970) sitúa a don Rodrigo en el importantísimo Capítulo General de
la Orden de Santiago, precisamente celebrado en Medina de las Torres, el 20 de
octubre de 1475, cuando don Diego de Alvarado, pretendiente al maestrazgo de la
Orden de Santiago, renunció en favor de Alonso de Cárdenas, allí presente.
Por lo demás,
confirmado lo contenido en la Carta de Hidalguía, hijo de don Rodrigo y doña
Mencía fue don Luis Majarrés y Figueroa, nacido en Medina de las Torres, hacia
1460.
A don Luis le sucedió don
Lorenzo Majarrés Suárez de Figueroa, nacido en Medina sobre 1500. Fue alcaide de la fortaleza de Feria, capitán de
infantería y marido de doña Leonor Mesía. Murió en 1542,
enterrándose en la capilla mayor de la iglesia de su villa natal.
Al anterior le
sucedió, como ya hemos adelantado, su hijo don Lorenzo Majarrés-Figueroa y Mesía.
Nació en Medina y casó en Llerena con Isabel Delgado, una de sus vecinas,
asentándose esta familia en Medina, donde se situaba la mayor parte de su
hacienda. Del matrimonio nació el litigante Lorenzo de Figueroa-Majarrés y Delgado
que nos ocupa, nacido en Llerena y criado en Medina. En 1583, tras la muerte de
su padre, solicitó avecindamiento en Llerena, y también su acreditación como
hidalgo, circunstancia que motivó el pleito de hidalguía descrito en párrafos
anteriores.
Siguiendo siempre
la línea genealógica que nos interesa (http://www.geneaordonez.es/nabweb/ppl/5/c/cf0b73c76706453cdc5.html),
la que llega hasta don José Ignacio de Figueroa y Mendieta, este último don
Lorenzo casó en Llerena con Isabel Valencia Portillo, de cuyo matrimonio nació don
Diego de Figueroa-Majarrés y Valencia (Llerena1601-¿?)
Don Diego casó
con doña Agustina Sotelo de Rivera, padres del siguiente en la saga familiar,
don Diego de Figueroa-Majarrés y Sotelo de Rivera.
Este otro don
Diego (Llerena, 1644 - ¿?) casó en Llerena con doña María Granada Muñoz Morillo
de Ortega, de cuyo matrimonio nació Pedro Antonio Majarrés-Figueroa Muñoz
(Llerena, 1666-¿?)
Don Pedro
Antonio casó con doña Isabel de Casaus y Castilla, padres del siguiente en la
genealogía estudiada, don Francisco Majarrés-Figueroa Casaus (Llerena,
1687-¿?).
Don Francisco
Majarrés-Figueroa Casaus casó con Isabel Mesías de Monroy, padres de don
Lorenzo de Figueroa y Monroy (Llerena, 1733-1789), que estos fueron los
apellidos con los que se identificaba, abandonando por primera vez el del linaje
de los Majarrés.
Don Lorenzo casó
con doña Teodomira de Casaus y Castilla, de cuyo matrimonio nació don Luis de
Figueroa y Casus (Llerena, 1781- Francia, 1853), que casó en 1807 con doña María Luisa de Mendieta Ramírez de Arellano.
Sobre este
último Figueroa, siguiendo a Guillermo Cortázar (“La
dinastía española de fundidores de plomo en Marsella: don Luis de Figueroa y
Casaus (1781-1853)”, en Haciendo Historia, homenaje al profesor
Carlos Seco, Madrid, 1989), la bibliografía de este otro Figueroa (padre de nuestro
protagonista, don José Ignacio e impulsor del extraordinario patrimonio
familiar) es bastante extensa y conocida, dada lo azarosa de su vida. En su juventud estudio leyes en Sevilla e ingresó como cadete en las Reales
Guardias de Corps, donde obtuvo el grado de alférez en 1807. Este mismo año
contrajo matrimonio en Madrid, con doña María Luisa de Mendieta Ramírez de
Arellano, compartiendo un único hijo, el principal protagonista de esta
historia, José Ignacio de Figueroa y Mendieta (Llerena, 1808, Madrid, 1899).
En la Guerra de la Independencia, don Luis, de talante liberal y
afrancesado, tomó partido por el rey intruso, José Bonaparte, a quien acompañó
en 1814 en la retirada francesa de la Península, una vez derrotado su ejército
por las tropas anglo-luso-españolas. En Francia se enroló como comandante en el
ejército de Napoleón que participó en la batalla de Waterloo, donde el
emperador sufrió su última y definitiva derrota, en junio de 1815.
Desde entonces se estableció don Luis de Figueroa en Francia, consiguiendo en poco tiempo consolidarse como uno de los grandes industriales de Marsella, aparte de entablar excelentes relaciones con la aristocracia francesa, en la que estaba incorporada desde su exilio la ex reina María Cristina, madre de Isabel II.
Desde entonces se estableció don Luis de Figueroa en Francia, consiguiendo en poco tiempo consolidarse como uno de los grandes industriales de Marsella, aparte de entablar excelentes relaciones con la aristocracia francesa, en la que estaba incorporada desde su exilio la ex reina María Cristina, madre de Isabel II.
Desde Marsella llegó a controlar el plomo procedente de España, donde
también adquirió algunas fundiciones, como las de Adra, ciudad centro del emporio minero e industrial que empezó a
levantar en Andalucía Oriental, rodeándose de los mejores técnicos metalúrgicos
del momento, con cuya ayuda obtuvo importantes beneficios y prestigio dentro de
este sector industrial.
Murió en 1853, dejando a su único hijo un patrimonio valorado en
cerca de 4 millones de francos.
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