(Artículo publicado en la Revista de Feria y Fiestas, Llerrena, Agosto de 2008)
I.- INTRODUCCIÓN
En la fecha que nos ocupa, nuestra ciudad aún representaba un punto de referencia importante dentro de Extremadura y de la Orden de Santiago, pues en ella seguían residiendo un buen número de administraciones políticas, fiscales y religiosas, aunque con competencias en una demarcación territorial cada vez más reducida por la progresiva aparición de corregidores y alcaldes mayores en los pueblos más importantes de su partido histórico, como en Azuaga, Bienvenida, Granja, Guadalcanal, Hornachos o Usagre.
En general, el país también había venido a menos, una vez que Carlos IV tomó sus riendas y se las encomendó a Godoy, su favorito y también el de la reina. Por esas fechas bajaron los salarios, al igual que la producción, mientras que simultáneamente iban subiendo los precios de aquellos artículos de primera necesidad y aumentando la presión fiscal. A ello es preciso añadir la confusa posición internacional que ocupaba la Nación, cambiando continuamente de alianzas.
Sobre este último particular, definitivamente y después de barajar distintas alternativas desde finales del XVIII, en 1807 España y Francia firmaron el Tratado de Fontainebleau, acordando la entrada de los ejércitos franceses en territorio español con miras a invadir Portugal y repartírselo. Naturalmente, esta circunstancia, aparte la resistencia de los naturales de la nación lusa, forzó la intervención de los británicos, sus históricos aliados, que de ninguna manera estaban dispuestos a que se alterase el equilibrio de fuerzas en el continente.
Ya con el poderoso ejército francés ocupando Portugal, y también desplegado estratégicamente por distintas zonas del territorio español, tuvo lugar el Motín de Aranjuez (17 y 18 de Marzo de 1808), insurrección palaciega y popular que perseguía imponer como nuevo rey al príncipe de Asturias. Concluyó con la caída de Godoy y la forzada abdicación de Carlos IV en su hijo Fernando, desde ese momento Fernando VII, que inmediatamente solicitó el beneplácito de los aliados franceses. No obstante, días después Carlos IV manifestaba haber abdicado presionado por su heredero y partidarios, reclamando nuevamente la corona ante Napoleón. Aprovechando esta coyuntura, el emperador les hizo ir a territorio francés (Bayona) donde, una vez que el 5 de Mayo tuvo conocimiento de los sucesos del día 2 en Madrid, les obligó a abdicar en beneficio de José Bonaparte, disponiendo además elaborar una constitución para España, aquella que poco después se aprobó en Bayona.
II.- FORMACIÓN DE LA JUNTA PATRIÓTICA DE LLERENA
Los acontecimientos citados no pasaron desapercibidos en Llerena. Es seguro que a finales de marzo de 1808 ya se conocía la caída de Godoy y la abdicación de Carlos IV en favor de su hijo don Fernando, sucesos celebradas con repiques de campanas, canto del Te Deum y misa de acción de gracia, pues estas fueron precisamente las noticias y órdenes que su gobernador mandó a todos los pueblos del partido(1).
Poco después llegaron noticias de los trágicos acontecimientos de Madrid, donde el 2 de Mayo el pueblo se amotinó y levantó en armas contra los franceses, sospechando que los planes de Napoleón eran de apoderarse también de España e imponer una nueva dinastía, la de los Bonaparte. Estos lamentables sucesos se difundieron en forma de proclama y alzamiento popular por una buena parte de España gracias a la decisión de los alcaldes de Móstoles quienes, a título particular, le declararon la guerra a los franceses, difundiendo su rebelión por distintos puntos de la Península.
En efecto, lo acontecido en Madrid y la iniciativa y disposición de los alcaldes de Móstoles fueron conocidos oficialmente por el alcalde mayor de Llerena, don Fernando Camborda, sobre las tres de la madrugada del día 5 de Mayo. Se lo hizo saber el alcalde mayor de Bienvenida, quien seguramente tuvo en sus manos unos de los documentos originales que, procedente de Móstoles, sus alcaldes mandaron hacia Extremadura y la zona de la Sierra de Aracena. El Sr. Camborda, por circunstancias que más adelante se explicarán, retuvo unas horas dicha información, para después difundirla entre las otras autoridades llerenenses y también entre las del resto del partido que gobernaba. Como respuesta más inmediata, en los distintos pueblos del partido se convocaron sesiones extraordinarias y urgentes de sus respectivos cabildos. Así ocurrió, por ejemplo, en Guadalcanal:
"Ha hecho presente el Sr. Regente de esta Real Jurisdicción, (el Corregidor) D. Martín Castelló, la caótica situación en que se halla la corte de Madrid, según el oficio de la justicia de la villa de Móstoles, que le ha sido comunicado por el Sr. Alcalde Mayor Gobernador interino de Llerena, por donde aseguran que se está derramando mucha sangre en aquella, y que imploran auxilio a favor de nuestroscompatriotas contra el ejército francés, y de hallarse presa la persona denuestro Rey. Por ello, deseosos de auxiliarlos en cuanto nuestras fuerzasalcancen y penetrados de los sentimientos más tiernos hacia nuestro Soberano y Patria (...),este Ayuntamiento se pone a disposición de dicho Gobernador interino, al mismo tiempo que acuerdan comunicar la situación al clero de la villa y religiosos para que hagan rogativas durante nueve días en estas críticas circunstancias..."
Al día siguiente volvieron a llegar noticias desde Badajoz, confirmando el secuestro de la familia real española en Bayona y el nombramiento de José Bonaparte como nuevo monarca. Venían acompañadas de órdenes procedentes del Capitán General de Extremadura, el desafortunado conde de Torre del Fresno, quien se interesaba por el número de vecinos dispuestos a alistarse y tomar las armas en defensa del "Rey, de la Patria y de la Religión". Desconocemos la repercusión que las citadas informaciones y órdenes tuvieron en Llerena(2), pero suponemos, según se ha podido detectar en los archivos municipales de otros pueblos próximos, que se alistarían numerosos voluntarios para constituir el ejército de Extremadura. Así, tomando nuevamente como referencia a Guadalcanal, sus autoridades informaron que en la tarde del 7 de mayo llegaron otras noticias desde Llerena, confirmando las anteriores. No obstante, añadían "que los distintos pueblos de la Nación ya estaban organizados para combatir al enemigo francés, cuyo ejército había sido derrotado en territorio portugués por los naturales de aquel reino, y que ya se había formado un ejército español que iba camino de Madrid para socorrer a sus vecinos", noticias que, aunque exactamente no respondían a la realidad, se incluían con la finalidad de fomentar el espíritu patriótico y elevar el ánimo de los súbditos. Y este fue el efecto que las informaciones anteriores provocaron en Guadalcanal, donde los miembros de su Ayuntamiento tomaron inmediatamente la decisión de "convocar a los vecinos y verdaderos patriotas para alistarse y tomar las armas". Asimismo, acordaron "visitar a los vecinos pudientes para que enterados de las circunstancias tan críticas suministraran gratuitamente los intereses y armas que tuviesen a bien (...) como es conforme al amor con que deben mirar la causa del Soberano y de la Patria"(3).
Mientras que en el seno del pueblo llano aumentaba la indignación contra los invasores, sospechando de sus obscuras intenciones, las máximas autoridades del reino seguían recomendando tranquilidad, pues oficialmente, pese a los atropellos del ejército invasor, aún no se le había declarado la guerra. Por ello, a espaldas del poder establecido, a finales de Mayo se constituyeron en la mayor parte de las distintas provincias españolas las denominadas juntas supremas provinciales, cada una actuando de forma soberana y, en principio, anárquica y descoordinadamente.
La de Extremadura debió constituirse en los primeros días de Junio, pocos después del motín o asonada popular que concluyó con la muerte a palos del Capitán General, el conde de Torre del Fresno, acusado por el vecindario de Badajoz de mostrar cierta tibieza ante las pretensiones francesas, más concretamente por no celebrar con la solemnidad deseada la onomástica de San Fernando, como homenaje al monarca preso en Bayona. Días ante, el 31 de Mayo se constituyó la de Sevilla, pero esta Junta Suprema se arrogó inicialmente la facultad de representar y defender en exclusividad los intereses de Fernando VII en el reino, pretendiendo imponerse sobre sus homólogas en otras provincias. De hecho, aquí en Llerena en un principio se siguieron las órdenes procedentes de Sevilla, desoyendo las que procedían de Badajoz, hasta que la Junta Suprema hispalense se vino a razones.
Efectivamente, el día primero de Junio, siguiendo instrucciones de la Junta Suprema de Sevilla, se personó en Llerena, después de pasar por Monesterio y otros pueblos de la ruta hacia la ciudad andaluza, Don Manuel de Luque, con el siguiente poder:
"La Junta Suprema de Gobierno de Sevilla, en representación de la Augusta persona del Sr. Don Fernando Séptimo, su legítimo soberano, da facultad a don Manuel de Luque (…) para que pueda pasar con el lleno de sus facultades a la Provincia de Extremadura para entender en ella la proclama del Sr. Don Fernando Séptimo y alarmar a fin de que esta comisión tenga su debido efecto, hace saber a todas las provincias y pueblos (…) En el Palacio del Real Alcázar de Sevilla, a treinta de Mayo de mil ochocientos ocho".
Como respuesta a las instrucciones del referido comisario, ese mismo día se constituyó la Junta Patriótica local, con facultad para actuar también en aquellos pueblos de su partido histórico en los que no existiesen alcaldes mayores o corregidores. El texto del acta de constitución decía así:
"En la ciudad de Llerena, a primero de Junio de 1808, el Ayuntamiento, Tribunal de la Santa Inquisición, Clero, Prelado de Religiones, curas, Nobles y demás persona de clase de esta ciudad: Habiendo recibido en ese día la Instrucción, proclama, bandos y órdenes que se han comunicado por la Junta Suprema de Sevilla, con motivo de las actuales circunstancias y urgencias que presenta la Nación para la defensa del Rey y la Patria, todo este cuerpo reunido y animado de los sentimientos patrióticos, ha estimado conveniente adherir a las ideas que las mismas circunstancias hacen de absoluta necesidad, y para poder organizarla de modo más conducente (…) nombran por individuos de la junta patriótica que reciban las órdenes de la Junta Suprema, dé y reciba los avisos que estimen oportuno, a los señores…"
Continúa el Acta, nominando a los distintos miembros de la Junta Patriótica llerenense, según la relación que sigue:
- Don Francisco María Riesco, inquisidor decano.
- Licenciado don José Joaquín Casquete de Prado, provisor y juez eclesiástico.
- Don Francisco Hernández Santa Cruz, regidor perpetuo y decano.
- Don Fernando Aguilar y Vadés, del estado de hidalgos.
- Don Juan Vázquez Fernández, abogado de los reales consejos.
- Don Fernando de Medina, administrador de todas las rentas y teniente del ejército retirado.
- Y como secretarios los tres escribanos supernumerarios de gobernación: Diego Vizuete, Manuel de Guillamer y Lorenzo Maesso.
- Don Francisco María Riesco, inquisidor decano.
- Licenciado don José Joaquín Casquete de Prado, provisor y juez eclesiástico.
- Don Francisco Hernández Santa Cruz, regidor perpetuo y decano.
- Don Fernando Aguilar y Vadés, del estado de hidalgos.
- Don Juan Vázquez Fernández, abogado de los reales consejos.
- Don Fernando de Medina, administrador de todas las rentas y teniente del ejército retirado.
- Y como secretarios los tres escribanos supernumerarios de gobernación: Diego Vizuete, Manuel de Guillamer y Lorenzo Maesso.
Firmaron como testigos: Camborda (alcalde mayor de Llerena y gobernador interino), Cebrián (que daría mucho que hablar a lo largo de 1809), Gordillo, Gato, Casquete, Hidalgo, Siliceo, Cantolla, Dr. Riesco, Dr. Gasco, fray Pedro Cava, fray Joaquín Rubio, el guardián de San Sebastián, Poggio, Peña, Zambrano, Ladera, Escalera, Aguilar, Ordiales, Fernández, Carrasco, Corpas, Medina, Vázquez y Tejada(4).
De la simple observación del listado anterior, se aprecian tres circunstancias dignas de considerar:
- En primer lugar, resaltamos que se excluye totalmente de dicha junta la participación del pueblo llano; a éste, aplicando los principios absolutistas del Antiguo Régimen, sólo se le requería para que se manifestase tumultuosamente e insultase a los invasores, así como para convocarles a los actos festivos y religiosos programados para celebrar aquellos eventos que las distintas juntas determinaran, donde se les arengaba y animaba a alistarse en el ejército para defender a Dios, a la Patria y al Rey; es decir, como venía ocurriendo hasta entonces, todo para el pueblo, pero sin el pueblo.
- Tampoco figuraba en la misma el alcalde mayor y gobernador interino, don Fernando Camborda. La exclusión del poder político establecido fue bastante habitual a la hora de constituirse las distintas juntas patrióticas locales, pues la insurrección contra los franceses, como ya se ha indicado, fue mayoritariamente de carácter popular, sin contar con las autoridades políticas ante sus indecisiones y tibiezas en el trato con los franceses, postura que el pueblo, los patriotas verdaderos y los oportunistas les recriminaban.
- Por lo contrario, sí se contó con el clero, presente siempre en las juntas patrióticas locales que conocemos. Como se aprecia en la relación anterior, la Junta Patriótica llerenense quedó encabezada por los dos clérigos de más prestigio en la ciudad y su partido, clérigos que por otra parte, dado su peso político, ambos fueron diputados conservadores en las Cortes Constituyentes de Cádiz(5).
Tras su constitución, la primera sesión se celebró el 6 de Junio, a instancia de don Manuel de Luque, que traía órdenes precisas de la Junta Suprema constituida en Sevilla, concretamente la de dar instrucciones sobre alistamiento y enviar a los numerosos mozos del partido de Llerena a formar parte del ejército de Extremadura, ejército que debía tomar posiciones sobre los puentes del Guadiana y del Tajo, estorbando así el posible avance francés sobre Extremadura.
En siguientes sesiones se ocuparon de las funciones que les eran propias por reglamento, ahora siguiendo instrucciones directas de la Junta Suprema de Extremadura, una vez que las constituidas en las otras provincias normalizaron sus relaciones, cortando con la situación anárquica que se presentó en los primeros momentos de la contienda, y que la de Sevilla desistiera de su pretendida supremacía.
Buena muestra de las actividades de la Junta Patriótica de Llerena se localiza en una certificación de los secretarios de la misma, dando cuenta de sus actividades patrióticas desde su constitución hasta primero de octubre de 1808. Entre los documentos generados y las actuaciones realizadas, aparte los cuadernos que recogían las distintas sesiones de dicha Junta, relacionaron:
- Varios cuadernillos de órdenes recibidas de la Junta Suprema de Extremadura.
- En consecuencia, otros con órdenes mandadas desde Llerena a las juntas patrióticas de los pueblos y ayuntamientos de su partido.
- Un informe sobre el establecimiento de rondas en el interior de Llerena y nombramiento de guardas para sus puertas y otras entradas, en previsión de "cualquier ocurrencia que sobreviniese".
- Numerosos cuadernos de alistamientos de mozos en Llerena y pueblos de su partido.
- Registros de donativos voluntarios.
- Otros "papeles" sobre confiscación de bienes, entre otros al conde de Campo Alange y al duque de Uceda.
- Numerosos cuadernos sobre contribuciones habituales y otras nuevas para afrontar las necesidades del momento, referentes tanto a los pueblos santiaguistas como a aquellos segregados de su primitiva jurisdicción (Berlanga, Valverde, Villagarcía...)
- Otros documentos para registrar las distintas remesas de avituallamientos para el ejército, tanto en ganados como en granos, otros alimentos, ropas, telas, etc.
- Otro, "secreto" sobre reconocimiento de papeles sediciosos y subversivos.
- Un expediente sobre habilitación de una partida para la persecución de contrabandistas y malhechores.
- El expediente relativo a los 4.844 soldados alistados entre Llerena y los otros pueblos de su partido(6).
Después de una relación mucho más extensa que la expuesta, remataron la memoria de actuaciones manifestando:
"En igual forma, resulta que se han hecho varias rogativas, con diversas funciones solemnes de Iglesia y cantado el Te deum, según la ocurrencia de los tiempos (…), a lo que ha contribuido el estado eclesiástico gratuitamente… "
III.- DESENCUENTROS ENTRE LA JUNTA PATRIÓTICA DE LLERENA Y EL SR. CAMBORDA, ALCALDE MAYOR Y GOBERNADOR INTERINOEl Sr. Camborda, que también asistió a la constitución de la Junta Patriótica llerenense, aparece en su acta como un testigo más de los muchos que allí se reunieron, saliendo de la misma francamente contrariado. Esta circunstancia dio paso a un enredo jurídico de cierta entidad, gracias al cual disponemos de la información que se trata de ofrecer en este artículo, y cuyos documentos muestran el continuo desencuentro entre Camborda y los miembros de la Junta Patriótica de Llerena. En efecto, según se desprende de dicha fuente documental, el desde 1799 gobernador de Llerena, don Agustín de Silva y Pantoja, había cesado en su cargo el 5 de Enero anterior, sustituyéndole como gobernador interino el entonces alcalde mayor. Este último cesó también poco después, entrando a primero de Marzo como alcalde mayor de Llerena y gobernador interino en funciones el tal Camborda, quien desde un principio cultivó una intensa amistad y, a juicio de los llerenenses, "cierta complicidad" con dos comerciantes franceses asentados en Llerena y con intereses en Sevilla, don Marcelino Lon y un tal Casamayor, emparentado este último con Cebrián (7). El tal Cebrián era regidor perpetuo de Llerena, importante ganadero de la zona y también padre de varios mozos, que se alistaron en el ejército ocupando cargos importantes. Concretamente, uno de ellos, Lorenzo Cebrián, fue comandante del batallón de cazadores de Llerena, más adelante procesado por cierta conducta indeseable.
Volviendo sobre el alcalde mayor, como ya indicamos anteriormente, era de dominio publico que retuvo durante ciertas horas la información sobre los sucesos de Madrid y el levantamiento promovido por los alcaldes de Móstoles, precisamente, y según posterior denuncia de los miembros de la Junta Patriótica llerenense, para dar tiempo a salir de la ciudad a sus amigos franceses, que marcharon a toda prisa hacia Sevilla temiendo un linchamiento popular. La amistad del alcalde mayor con los citados franceses no se interrumpió tras esta separación, sino que continuó mediante cartas. Una de ellas –la escrita el 18 de Mayo y requisada posteriormente al Sr. Lon en Sevilla, y en la que, según los miembros de la Junta Patriótica llerenense, se les insultaba- fue la que definitivamente terminó enfrentando al gobernador interino con los miembros de la junta llerenense.
En efecto, tras ser acusado anónimamente como afrancesado y mal patriota, Camborda fue citado el 14 de Julio en Badajoz por el Sr. Gallurzo, capitán general de Extremadura y presidente de su Junta Suprema, institución ante la que debía defenderse de las acusaciones que les imputaban. Allí se defendió con soltura, alegando que su actuación con los comerciantes franceses fue exclusivamente humanitaria, para evitar su linchamiento. Además, llevaba consigo multitud de documentos que ponían de manifiesto su buen hacer y demostrado patriotismo durante el corto espacio de tiempo que llevaba en Llerena. Concreta y especialmente, presentaba entre otros documentos:
- Un certificado de Vicente Abad, escribano de lo público y de la gobernación, que le defendía indicando que el alcalde mayor siempre había actuado "dando evasión a cuantos delicadísimos asuntos ocurrieron en aquella época (…), comportándose con la mayor vigilancia y esmero"
- Otro testimonio de José Gómez González, también escribano de la gobernación de Llerena, que insistía en los mismos argumentos que Abad. Además, daba cuenta de ciertas obras públicas llevadas a cabo por el acusado.
- Finalmente, también se hizo acompañar del manifiesto patriótico, fechado el 6 de Junio, que hizo imprimir y publicó para su conocimiento y difusión en Llerena y el resto del partido, que aquí se adjunta.
Sobre las obras públicas que, en opinión de González Gómez, llevó a cabo Camborda, textualmente indicaba:
"Que durante la ausencia de dicho gobernador (don Gregorio de Silva y Pantoja, que se despidió de la ciudad el 5 de enero de 1808), se empedraron con la mayor simetría las calles de esta ciudad, que estaban en la mayor parte intransitables".
Igualmente, como mérito de Camborda, añadía:
"Formó un hermoso paseo de arbolado de álamos negros, con sus respectivas calles y veinticuatro camapés distribuidos en sus trechos, cercados de piedras y cancillas de madera con sus empalizadas para preservarlas de los ganados, en el campo de San Marcos, cuyo terreno se allanó quitando los pantanos que tenía y lográndose por este medio que lo que antes era una deformidad hoy sea un punto del mayor recreo y reunión de gentes".
Con los testimonios anteriores pretendía demostrar su patriotismo, suplicando al capitán general que le castigara con rigor si le encontraba como delincuente. Pero si no era así, pedía:
- Que le liberara de sus obligaciones como alcalde mayor de Llerena, a donde estimaba que no debía volver tras las graves acusaciones que le imputaban.
- A cambio, solicitaba el oficio de auditor de guerra, quedando comprometido, si así se estimaba, a ceder el sueldo de un año (5.700 reales) y comprar a su costa 120 camisas de soldados para el ejército.
- Además, insistía reiteradamente que le indicaran quiénes eran sus acusadores.
- Por último, solicitaba que en el periódico local se publicara un manifiesto sobre su inocencia y el indiscutible carácter de buen patriota.
La Junta Suprema de Extremadura, oída la defensa de Camborda, aceptó su donativo, certificó oficialmente su inocencia y le trasladó como alcalde Mayor a Hornachos (8). En realidad, la junta llerenense, que "teóricamente" no intervino en la acusación como mal patriota del alcalde mayor, sólo pudo demostrar su conexión con los dos súbditos franceses instalados en Sevilla. Por lo demás, sin pruebas concretas, manifestaron que Camborda, asiduo asistente a las reuniones de la Junta, desde los primeros momentos no hizo más que poner trabas administrativas y jurídicas sobre sus decisiones. Finalmente, puntualizaban que los méritos sobre las obras públicas citadas no le correspondían, pues se trataban de iniciativas del anterior gobernador. En efecto, contrarrestando el informe del escribano Gómez González en favor de Camborda, textualmente y por el interés que tiene sobre el urbanismo de la ciudad, manifestaron:
"Fue el gobernador, don Gregorio de Silva y Pantoja, quien dispuso que se empedraran las calles con la mejor simetría y porque estaban en la mayor parte intransitables, habiendo logrado la ciudad por este motivo gran brillantez. Dicho gobernador dio principio al empedrado, se verificó en algunas y se suspendió con la avenida de las lluvias, y esto debió especificarlo el escribano Gómez González. Hizo ausencia el gobernador en enero de 808 y Camborda dispuso la continuación del empedrado, pero no se puntualizó en toda la ciudad sino en muchas de sus calles, y esto se hizo a espensa de los propios vecinos, que muchos, por su pobreza, sintieron el agravio y perjuicio de tener que vender sus colchones y otros efectos para no experimentar los rigores con que los estrechaba Camborda".
Siguen rebatiendo los argumentos del escribano, ahora desprestigiando el paseo que se atribuía Camborda. Textualmente:
"Sobre el hermoso paseo de álamos negros, con sus respectivas calles y veinticuatro camapés, cerca de piedras y cancilla de madera, con su empalizada para preservarlo de los ganados, y todo esto en el campo de San Marcos: Esta obra de Camborda fue un proyecto perjudicial al público, contra la instrucción del año 48 y demás órdenes expresadas: El gobernador dispuso desde que vino a la ciudad en el año de 799, un paseo desde la población al convento que llaman de los descalzos, en cuyo sitio se había dispuesto anteriormente y no había tenido efecto: Se plantaron 500 árboles; se perdieron algunos y, según se iba observando la pérdida, procuraba replantarse en tiempo oportuno: Don Fernando Camborda pudiera haber continuado aquel pensamiento y se hubiera logrado un buen paseo y muchos árboles que sirviesen en caso de necesidad para las urgencias del Reino; pero tomó otro rumbo distinto en un ejido ansanero, privó a los vecinos de la utilidad del pasto, a los labradores del sitio en que ponían sus parvas, cerró el paso de una cañada Soriana, cuyo cordel viene desde la ermita de San Benito hacia la de San Marcos; cortó muchos álamos blancos gruesos de la alameda de San Benito para la empalizada que dice el testimonio, parte de esta madera se dio a los carpinteros por su trabajo y parte en dicha empalizada. Libró Camborda contra los propios con esta obra (…), no rindió cuentas y al final de todo no se logró el fin de la alameda porque el terreno es árido"(9).
Su sustituto fue un tal Andrés Amat. Así como de Camborda no tenemos constancia de su afrancesamiento, sólo de la inquina que alguien de Llerena le tenía, de Amat sí sabemos que fue un arribista y contrastado afrancesado, que se volcó como funcionario importante dentro de la administración francesa en los casi dos años que los invasores gobernaron Llerena(10).
IV.- CONSTITUCIÓN DE LA JUNTA CENTRAL SUPREMA DE GOBERNACIÓN DEL REINO.Una vez que Camborda fue trasladado a Hornachos a mediados de Julio, no volvemos a tener noticias de Llerena hasta Octubre del mismo año, concretamente pocos días después de constituirse en Aranjuez la Junta Central Suprema Gubernativa del Reino, que representaba a la monarquía hispánica y sustituía a las múltiples e inconexas juntas supremas provinciales.
En efecto, la autonomía y soberanía de la Junta Suprema de Extremadura, como las establecidas en el resto de las provincias nacionales, perduró hasta finales de Septiembre de 1808, coincidiendo con la constitución de la Junta Central Suprema de Gobierno del Reino, que desde el primer momento se hizo cargo de los asuntos de la Guerra y otros de carácter nacional, quedando el ejército de Extremadura bajo su competencia.
La constitución de un órgano central de gobierno para unificar el carácter regionalista e inconexo de las numerosas juntas supremas provinciales, situación que rayaba el anarquismo, ya fue objeto de consideración desde los primeros momentos de la guerra. Fue la de Valencia la que dio el definitivo paso hacia la convergencia, concretamente a raíz del éxito de los ejércitos nacionales en Bailén, a mediados de Julio. Después de ciertas vacilaciones, especialmente por intuir que los miembros de los antiguos consejos reales pudieran caer en la tentación de pretender copar los cargos más importantes, por fin, en Aranjuez, el día 25 de Septiembre los representantes de las distintas juntas supremas provinciales acordaron constituir la Junta Central Suprema y Gubernativa del Reino, jurando el cargo sus distintos miembros sobre los Evangelios.
La primera actuación de envergadura de la Central del Reino, que representaba y sustituía a Fernando VII, fue coordinar los distintos ejércitos nacionales, en un intento de contener a los franceses localizados en las proximidades de los Pirineos, donde se habían hecho fuerte tras el serio revés sufrido en Bailen. Este aspecto bélico, como otros de signo contrario para los intereses nacionales que tuvieron lugar durante el otoño, serán abordados más adelante.
Volviendo sobre la Junta Patriótica de Llerena, a primeros de Octubre, una vez que tuvieron noticias de la constitución de la Junta Central Suprema de Gobierno del Reino, se reunieron con urgencia para ponerse a disposición de la misma. Concretamente y en relación textual suficiente, manifestaron:
"Que teniendo noticias de hallarse establecida felizmente en el Real sitio de Aranjuez la Junta Central Suprema y de Gobierno de todo el Reino, y que en esta consiste la unidad de todas las provincias y la dirección de todo el Reino a nombre de nuestro amado Monarca Fernando Séptimo, con la entera satisfacción y confianza que deben tener todos los leales vasallos en las disposiciones y providencia de la referida Junta, no puede por menos ésta de mirar su establecimiento como una obra del Todopoderoso para la libertad e independencia del Rey y del Reino; y por lo tanto, todos sus individuos, llenos del mayor entusiasmo y alegría por el referido establecimiento y aumentado aquello con el gusto de ver colocados los sabios y dignos patriotas que la constituyen en el justo lugar preeminente que se merece para el gobierno de todo el Reyno y para proporcionar que se restituya la corona a el referido nuestro amado y legítimo monarca (…) Acuerda la Junta que sin detenciones felicite a la Suprema Central de Gobierno de todo el Reyno; Que al mismo tiempo, se den las gracias a el Omnipotente por medio de una función clásica de Iglesia, rogando en ella los Ministros del Santuario con todos los fieles, que el Espíritu Santo ilumine a aquellos dignos miembros (…) jurando como juran solemnemente todos los miembros de esta Junta su obediencia a la Central, por la representación que del soberano en sí tiene".
Concluyó la sesión, relacionando las distintas actuaciones de la Junta Patriótica de Llerena, en esta ciudad y en los pueblos de su partido, dando cuenta de sus acuerdos de gobierno y de su incesante colaboración en pro de la causa nacional, tanto recaudando donativos como impuestos, además de fomentar y coordinar el alistamiento de soldados y de proveerlos de avituallamientos y bagajes precisos.
V.- LA GUERRA DE LA INDEPENDENCIA EN 1808.El desarrollo de la guerra a lo largo de este primer año fue definitivamente negativo para los intereses nacionales. Los momentos iniciales entrañaron gran dificultad, pues se trataba de enfrentarse a un ejército que había entrado en España como amigo y al que inicialmente se le dio todo tipo de facilidades para instalarse, avituallarse y ocupar las posiciones estratégicas que más les interesaban.
En efecto, mientras que las distintas juntas supremas provinciales intentaban organizar cada una por su cuenta la resistencia, José Bonaparte se presentó en Junio en Madrid, sede oficial de la corte, neutralizando en su camino con facilidad los escasos obstáculos que le ofrecía el improvisado y descoordinado ejército español. Desde la capital del reino los invasores se desplegaron por las zonas del territorio peninsular que más se acomodaban a sus intereses y estrategias, con tan excesiva suficiencia, confianza y autocomplacencia que provocó su estrepitosa derrota en Bailén, el 19 de Julio de 1808. Tras este fracaso, la totalidad de la gran armada francesa se vio forzada a retirarse entre el Ebro y los Pirineos, esperando nuevas órdenes y estrategias.
La primera actuación de envergadura de la Central del Reino constituida en Aranjuez, fue coordinar los distintos ejércitos nacionales, entre ellos el de Extremadura, organizándolos para presionar a los franceses en el valle del Ebro. Pero allí, los aproximadamente 60.000 efectivos españoles se encontraron en el otoño con un ejército reforzado con más de 250.000 soldados de todas las armas, perfectamente adiestrados y pertrechados bajo la personal dirección de Napoleón, que sin apenas esfuerzo les derrotó, presentándose en Madrid a primeros de Diciembre.
En lo que más nos atañe, el ejército de Extremadura prácticamente desapareció tras los distintos enfrentamientos que mantuvieron en la provincia de Burgos, sufriendo numerosas bajas y deserciones. Por ello, tras recuperar los efectivos que sobrevivieron y determinar nuevos alistamientos, con el consiguiente pago para avituallamientos y bagajes por parte de los extremeños, a finales de Enero de 1809 se consiguió nuevamente reorganizarlo, encomendándoles la misión de dificultar la entrada de los franceses en Extremadura y cortar su conexión con Portugal. Para ello, el grueso de la tropa extremeña se instaló en el Puerto de Miravete, en el puente de Almaraz y en Medellín de donde, como ya trataremos en otra ocasión, fueron desalojados con facilidad, provocando durante la primavera de 1809 la primera invasión enemiga en esta zona sur de Extremadura, de donde se marcharon para volver en la primavera del siguiente año.
__________
(1) AMG, leg. 1382. Libro de Actas capitulares, carpeta de 1808. Según referencias recogidas en el archivo de Guadalcanal sobre la Guerra de la Independencia y su preámbulo, las primeras referencias sobre el Motín de Aranjuez llegaron a esta villa desde Llerena, entre las 10 y las 11 de la noche del 27 de marzo. Se trataba de la Real Provisión de 21 de Marzo, firmada por Carlos IV en el Real sitio de Aranjuez, donde anunciaba su abdicación.
(2) Como ya es conocido, existe un hueco documental en los distintos archivos de esta ciudad, que afecta a las tres últimas décadas del XVIII y a las tres primeras del XIX.
(3) AMG, leg. 1382.
(4) El texto completo de acta de constitución de la Junta Patriótica de Llerena pueden consultarlo en GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura en la Guerra de la Independencia española: memoria histórica y colección diplomática, 2 ª parte, apéndice documental, pp. 83 y 84, Badajoz, 1908. Más datos sobre este particular en AHN, Estado, 2, A. Reconocimiento de la Junta Central por las autoridades de Llerena (6 de Octubre de 1808).
(5) Del inquisidor tenemos pocas referencias, sólo datos sobre su intervención conservadora en las Cortes de Cádiz. Del fuentecanteño Casquete del Prado sabemos que más adelante fue obispo-prior perpetuo de la Orden de Santiago, precisamente por su "devoción" a Fernando VII y lo que el monarca representaba.
(6) En las fuentes indicada en la nota 4.
(7) AHN, Sec. Estado, 32, A.
(8) En esta villa, en abril de 1809 también fue acusado de mal patriota. Ahora por mostrarse complaciente con los requerimientos franceses en la incursión de sus ejércitos por la práctica totalidad del sur de Extremadura durante la primavera de 1809, tras la seria derrota nacional en la defensa de Medellín. Dicha acusación, seguramente procedente de los enemigos que había dejado en Llerena, se hizo a través de un anónimo publicado en el Correo Político y Literario de Sevilla, con fecha 24 de Abril de 1809 y en el capítulo dedicado a Llerena. De esta acusación se defendió enérgicamente mediante un memorial apologético, ensalzando sus actuaciones patrióticas. Este documento, una vez despojado del aspecto autocomplaciente de su autor, resulta de extraordinaria importancia para conocer los acontecimientos bélicos durante los dos primeros años de guerra.
(9) AHN, Sec. Estado, 32, A.
(10) Como se tiene la intención de continuar con este artículo en años venideros, Dios mediante, ya tendremos la oportunidad de extendernos sobre este último "personajillo".
(1) AMG, leg. 1382. Libro de Actas capitulares, carpeta de 1808. Según referencias recogidas en el archivo de Guadalcanal sobre la Guerra de la Independencia y su preámbulo, las primeras referencias sobre el Motín de Aranjuez llegaron a esta villa desde Llerena, entre las 10 y las 11 de la noche del 27 de marzo. Se trataba de la Real Provisión de 21 de Marzo, firmada por Carlos IV en el Real sitio de Aranjuez, donde anunciaba su abdicación.
(2) Como ya es conocido, existe un hueco documental en los distintos archivos de esta ciudad, que afecta a las tres últimas décadas del XVIII y a las tres primeras del XIX.
(3) AMG, leg. 1382.
(4) El texto completo de acta de constitución de la Junta Patriótica de Llerena pueden consultarlo en GÓMEZ VILLAFRANCA, R. Extremadura en la Guerra de la Independencia española: memoria histórica y colección diplomática, 2 ª parte, apéndice documental, pp. 83 y 84, Badajoz, 1908. Más datos sobre este particular en AHN, Estado, 2, A. Reconocimiento de la Junta Central por las autoridades de Llerena (6 de Octubre de 1808).
(5) Del inquisidor tenemos pocas referencias, sólo datos sobre su intervención conservadora en las Cortes de Cádiz. Del fuentecanteño Casquete del Prado sabemos que más adelante fue obispo-prior perpetuo de la Orden de Santiago, precisamente por su "devoción" a Fernando VII y lo que el monarca representaba.
(6) En las fuentes indicada en la nota 4.
(7) AHN, Sec. Estado, 32, A.
(8) En esta villa, en abril de 1809 también fue acusado de mal patriota. Ahora por mostrarse complaciente con los requerimientos franceses en la incursión de sus ejércitos por la práctica totalidad del sur de Extremadura durante la primavera de 1809, tras la seria derrota nacional en la defensa de Medellín. Dicha acusación, seguramente procedente de los enemigos que había dejado en Llerena, se hizo a través de un anónimo publicado en el Correo Político y Literario de Sevilla, con fecha 24 de Abril de 1809 y en el capítulo dedicado a Llerena. De esta acusación se defendió enérgicamente mediante un memorial apologético, ensalzando sus actuaciones patrióticas. Este documento, una vez despojado del aspecto autocomplaciente de su autor, resulta de extraordinaria importancia para conocer los acontecimientos bélicos durante los dos primeros años de guerra.
(9) AHN, Sec. Estado, 32, A.
(10) Como se tiene la intención de continuar con este artículo en años venideros, Dios mediante, ya tendremos la oportunidad de extendernos sobre este último "personajillo".
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